miércoles, 1 de enero de 2014

DEL DESEO AL RELÁMPAGO DEL POLVO




¡Ah la felicidad y sus demonios!,
          llegan suavemente, furtivamente
en la telaraña de algún sueño
que olvidamos haber soñado.
¡Auras miríadas de los cuerpos!
¡Columnillas de pétalos
en el devenir de las rosas!
/Por ejemplo/
llegan en el grito de los pájaros
cuando cesan los cañones
Y el silencio se convierte en médium
Y la felicidad deja de ser reflejo
Y brota la espuma del vino achampañado
¡A su salud!
Como un llanto por los hombres
que no han perdido el hábito de morirse,
de desterrarse en laberínticos infiernos
con relojes de arena ultrajando al tiempo
/y otra voz sorda los reclama
sobre amarillentos retratos y papeles/
El pordiosero -por su parte-
ha dado sepultura a su banca de pino
al hervor  del samovar
con la dulce esencia de las hojas aromáticas;
y será desdichado en su ataúd
como la feliz primera dama
o el ministro sepulturero de sueños…
Y así será mientras nuestros huesos
evaporen su carne en la preñez de la tierra
y los pequeños dioses nos salven
y digan que fuimos buenos
y nos absuelvan.
—Lo que a mí me preocupa son los huesos,
la dislocación de mi cadera
por tanto amor en el enjambre de mis muslos,
tanto acto consumado
en el misterio horadante de la luna;
/y sabrán entonces que tuve un amante
sobre mis pechos de paloma/
y que escaló mi cumbre en acecho
Hacia mi olor de puma, gemidos, aullidos…
/ será mi amor desenterrado
desbocado potro de secretos,
la dote generosa de una virgen…
/porque así es la historia de piadosa/


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