miércoles, 1 de enero de 2014

LA SONORIDAD DEL ALGODON- 2017






¿CUÁNTO DE LO QUE SE SIENTE SE CREA EN UNO MISMO?

Los poetas hablan de los pájaros, yo los miro. Los miro hasta que mi pensamiento se aprieta al silencio. Y ellos convirtiendo su cuerpo en puntos, silenciosos sí, como todos los puntos donde empiezan y donde se adormitan las distancias.

Desde un banco de la plaza descubro el pedazo de cielo lleno de puntos y el olor a hierba fresca recién cortada. Es una tarde alegre, así se suele describir a las tardes con sus ocasos de luz roja, de bullicio, de olores. Mejor dicho, imagino que es una tarde alegre, porque nunca tendremos la certidumbre de lo real o irreal, y añoro mis tardes tristes. Pienso en Simone cuando dice: “El mundo se crea bajo mis ojos en un eterno presente; me habitúo tan rápidamente a sus rostros que no me parece que cambien”(1)… rostros como gemelos, tan parecidas sus narices y sus frentes; tan ungidos de estancias, tan nacidos del mismo origen, del mismo conducto umbilical.

Y esta tormenta que protesta dentro de mí, clavada en la garganta no encuentra los otros rostros, o las otras orejas donde soltar las palabras, no encuentra las bocas que nos dejaron esas tristezas dulces, esas tristezas que extraño, capaces de ensuciar la pulcritud de estos jirones de felicidad.

Y no hablo de amores, hablo de utopías, aunque el amor es desde siempre una utopía, mas hablo de la encarnación de la tristeza regocijada en la voluntad de andar, de encontrar un domingo con sus diez o veinte años de sudores vistiendo de estallidos sus hélices de fuego. Hablo de destrenzar la garganta sin miedos, de escuchar la sonoridad del algodón, sin la cobardía de gustar de estas tardes iguales, de esos puntos clandestinos donde se escapan mis ojos. De esta forma de egoísmo que reclama mis tardes tristes en celofán de metáforas.

Fácil es decir, bruscamente he cambiado, de todas las maneras, llamándome con otro nombre, con otro rostro, o llamando hambre de justicia a mi crisis de nervios, guardando el chantaje de la pena en los bolsillos para sacarlo a flote en la fiebre de mi aterrador aburrimiento.

No se trata de habituarme a la fiesta del árbol, ni al pío, pío de la costumbre dulce, ni a degollar niños, ni a pelearme con la vida; a pesar de mi dolorosa cólera inmóvil, violentamente callada, miedosamente molesta. Definitivamente se trata de aniquilar la sed, limpiar el gusto nauseabundo de la miseria instalada en la cerradura de los cuerpos, de no flaquear sobre las carnes roídas por la mentira o desahucio de la esencia vital o, a lo mejor se trata de que no me duelan las pequeñeces de mis muertes.

Y por aquí estamos; debajo de los puentes, o desde la banquita de un parque, pretendiendo multiplicar el espíritu dionisiaco de los pájaros, desde este lugar o desde el otro lugar, donde el absurdo exige el mismo rostro, inicio mi paseo, como ese punto que fue pájaro, mas Apolo me sobreviene con su armonía dolorosa, con toda la fuerza de mi egoísmo natural que pesa como zapatos de hierro, y es que a pesar de los pesares… “Soy una viajera errante y una escaladora de montañas, lo que finalmente vuelve a mí, es mi propio ser”





MEDITACIÓN




 (Pintura de Eduardo Kingman Riofrío)




El silencio con su sonoridad de algodón
tiene la fuerza inevitable de la poesía.
La brevedad sustancial de sus señales
hierve en el ser donde no llegan las palabras;
como la arcilla, esa semilla que da forma
a las manos y al alma en las trenzas del arte
y sin palabras habla...









VIOLA DE GAMBA




                                                                            (Imagen:  de google)



En todas partes hay pájaros entretenidos
enmudeciendo al silencio
¡Grieta entre las multitudes!
¡Instantes de aguacero!
(Bach desafiando a las constelaciones)
¿Y dónde descansan las delicias de la memoria?
-esa ropita vieja arrugándose en el alma-
Cerrar los ojos
como distrayendo al tiempo
(a su mirada fugaz)
(rieles de trenes)
(huellas viejas).
Me asalta tu rostro
empuñando la ternura
¡Ay de nosotros!
distancia minúscula
viola de gamba.
Intermitente balbuceo
sonoridad de alquimia
sabor ronco que estremece
a la pequeñez del trébol.
A diez centímetros del olvido
 solo amo
como un mortal estrellándose en sus límites.

¿Qué alfabeto vibra contra la edad y el ánimo?
Avanzo en mis olas que repiten sus piruetas.
(Mi cuello huele a desierto colgándose del hombro
y no descansa el camino de este cuerpo avariento)
¡Cuánto se oculta entre las multitudes!
...el filigrana de un rebozo tierno
curtido en los cristales de mi pecho
(silencio tras el muro blanco de la ausencia)
¡Noches lascivas!
Bach poseyéndome desde dentro
como espina de rosa coronando un tierno dolor de ti.
Esta noche de quimera a solas
junto a una gata que roe mi puerta;
una nariz, un pliegue rasgando mis ojos,
un placer imaginario,
contrapunteando los recuerdos
espuma "in crescendo" en un vaso de cerveza
…equilibrando el buen juicio
que expira de tiernas presencias
(de ser oruga en capullos de silencio
despierto ninfa en pentagramas de tiempo).



CELEBRACIÓN A MEDIA LUZ


(Imagen de google)



Tropezar con las sillas y buscar mi nombre
¡Vaya tú a saber, dónde lo dejaste tirado!
Y hay mucho que hacer en este aniversario…
como escuchar jazz o embriagarme en el blues
releer “Los inmortales” en un libro de Hesse,
comer la fruta dulce del manzano
o conjugar tu nombre tan venido a menos.
Examinar tus dedos con la yema de los míos,
lanzarme al vértigo de tu cuerpo
o quizá balancearme tristemente en mi hamaca;
sin pagar impuestos, sin guerrear con los niños,
matando el tiempo a media luz,
descolgando el polvoriento velo del pasado
con la esperanza de encontrar mi nombre
tropezando con tu nombre en el silencio.



ACTO POÉTICO




Emerger por la punta de una pirámide
para sujetarse en el aire
como los pájaros
con una sed de vino que ya es algo
en el descubrimiento de las consonantes
y sus remolinos homónimos a la palabra.
Contemplar desde arriba su tejido, su quejido
el soplo de la idea, el huracán sentido
y luego zambullirse en aquello que llaman poesía
(a manera de abreviar la monotonía)
alargar la lengua en un ejercicio muscular
de adentro hacia fuera, desde la garganta
desde las entrañas con toda su piel.
No es poco lo que queda palpitando en lo hondo
hay un solitario combatiente dolor alegre
que en imágenes balbucean vida y muerte
quietud y existencia de secretas sangres
como la boca enamorada donde se engendran
las pequeñas mentiras que humedecen la palabra.




VUELOS TEMPORALES



(Imagen: de google)



El pájaro aprende a hablar                            
a decir a viva voz, ¡ahí te va la piedra
que he apilado desde tu mano…!
y su música se va haciendo memoria
y su oficio una fábula
(lengua de ave desoída)                                   
despotricado eco su aliento suspendido
astillas de silencio para los largos tímpanos…
Cuando la pipa de la paz se apaga
cuando las yemas vegetales esconden la cabeza
y la lentitud de un huerto llora el dolor humano
intuimos la vigilia de un pájaro que habla
                                        su dolor en aguacero,                         
entonces Dios, es una especie de salvedad                     
presumiendo la redención del alma                                
¿Y quién quiere el cántaro de la resurrección
si su agua es salina sepultura?
¿Y quién quiere un pájaro cantando
cuando el alma pierde su altura
en las yemas vegetales de los huertos muertos? 








1 comentario:

  1. /De ser oruga en capullos de silencio
    despierto ninfa en pentagramas de tiempo/
    Felicitaciones Paulina, tus versos profundos queman y dejan huella. Cada una de las palabras graba sentimientos que arraigan en el alma. Ya quisiera leerlos, en cuanto lo publiques. Abrazo.

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