¿CUÁNTO
DE LO QUE SE SIENTE SE CREA EN UNO MISMO?
Los
poetas hablan de los pájaros, yo los miro. Los miro hasta que mi pensamiento se
aprieta al silencio. Y ellos convirtiendo su cuerpo en puntos, silenciosos sí,
como todos los puntos donde empiezan y donde se adormitan las distancias.
Desde
un banco de la plaza descubro el pedazo de cielo lleno de puntos y el olor a
hierba fresca recién cortada. Es una tarde alegre, así se suele describir a las
tardes con sus ocasos de luz roja, de bullicio, de olores. Mejor dicho, imagino
que es una tarde alegre, porque nunca tendremos la certidumbre de lo real o
irreal, y añoro mis tardes tristes. Pienso en Simone cuando dice: “El mundo se
crea bajo mis ojos en un eterno presente; me habitúo tan rápidamente a sus
rostros que no me parece que cambien”(1)… rostros como gemelos, tan parecidas
sus narices y sus frentes; tan ungidos de estancias, tan nacidos del mismo
origen, del mismo conducto umbilical.
Y
esta tormenta que protesta dentro de mí, clavada en la garganta no encuentra
los otros rostros, o las otras orejas donde soltar las palabras, no encuentra
las bocas que nos dejaron esas tristezas dulces, esas tristezas que extraño,
capaces de ensuciar la pulcritud de estos jirones de felicidad.
Y no
hablo de amores, hablo de utopías, aunque el amor es desde siempre una utopía,
mas hablo de la encarnación de la tristeza regocijada en la voluntad de andar,
de encontrar un domingo con sus diez o veinte años de sudores vistiendo de
estallidos sus hélices de fuego. Hablo de destrenzar la garganta sin miedos, de
escuchar la sonoridad del algodón, sin la cobardía de gustar de estas tardes
iguales, de esos puntos clandestinos donde se escapan mis ojos. De esta forma
de egoísmo que reclama mis tardes tristes en celofán de metáforas.
Fácil
es decir, bruscamente he cambiado, de todas las maneras, llamándome con otro
nombre, con otro rostro, o llamando hambre de justicia a mi crisis de nervios,
guardando el chantaje de la pena en los bolsillos para sacarlo a flote en la
fiebre de mi aterrador aburrimiento.
No se
trata de habituarme a la fiesta del árbol, ni al pío, pío de la costumbre
dulce, ni a degollar niños, ni a pelearme con la vida; a pesar de mi dolorosa
cólera inmóvil, violentamente callada, miedosamente molesta. Definitivamente se
trata de aniquilar la sed, limpiar el gusto nauseabundo de la miseria instalada
en la cerradura de los cuerpos, de no flaquear sobre las carnes roídas por la
mentira o desahucio de la esencia vital o, a lo mejor se trata de que no me
duelan las pequeñeces de mis muertes.
Y por
aquí estamos; debajo de los puentes, o desde la banquita de un parque,
pretendiendo multiplicar el espíritu dionisiaco de los pájaros, desde este
lugar o desde el otro lugar, donde el absurdo exige el mismo rostro, inicio mi
paseo, como ese punto que fue pájaro, mas Apolo me sobreviene con su armonía
dolorosa, con toda la fuerza de mi egoísmo natural que pesa como zapatos de
hierro, y es que a pesar de los pesares… “Soy una viajera errante y una
escaladora de montañas, lo que finalmente vuelve a mí, es mi propio ser”
MEDITACIÓN
(Pintura de Eduardo Kingman Riofrío)
El silencio con su sonoridad de algodón
tiene la fuerza inevitable de la poesía.
La brevedad sustancial de sus señales
hierve en el ser donde no llegan las palabras;
como la arcilla, esa semilla que da forma
a las manos y al alma en las trenzas del arte
y sin palabras habla...
tiene la fuerza inevitable de la poesía.
La brevedad sustancial de sus señales
hierve en el ser donde no llegan las palabras;
como la arcilla, esa semilla que da forma
a las manos y al alma en las trenzas del arte
y sin palabras habla...
(Imagen: de google)
En todas partes hay pájaros
entretenidos
enmudeciendo al silencio
¡Grieta entre las
multitudes!
¡Instantes de aguacero!
(Bach desafiando a las
constelaciones)
¿Y dónde descansan las delicias
de la memoria?
-esa ropita vieja
arrugándose en el alma-
Cerrar los ojos
como distrayendo al tiempo
(a su mirada fugaz)
(rieles de trenes)
(huellas viejas).
Me asalta tu rostro
Me asalta tu rostro
empuñando la ternura
¡Ay de nosotros!
distancia minúscula
viola de gamba.
Intermitente balbuceo
sonoridad de alquimia
sabor ronco que estremece
a la pequeñez del trébol.
A diez centímetros del
olvido
solo amo
como un mortal estrellándose
en sus límites.
¿Qué alfabeto vibra contra la edad y el ánimo?
Avanzo en mis olas que repiten
sus piruetas.
(Mi cuello huele a desierto colgándose
del hombro
y no descansa el camino de
este cuerpo avariento)
¡Cuánto se oculta entre las
multitudes!
...el filigrana de un rebozo
tierno
curtido en los cristales de
mi pecho
(silencio tras el muro
blanco de la ausencia)
¡Noches lascivas!
Bach poseyéndome desde
dentro
como espina de rosa
coronando un tierno dolor de ti.
Esta noche de quimera a
solas
junto a una gata que roe mi
puerta;
una nariz, un pliegue
rasgando mis ojos,
un placer imaginario,
contrapunteando los recuerdos
espuma "in crescendo" en un vaso
de cerveza
…equilibrando el buen juicio
que expira de tiernas
presencias
(de ser oruga en capullos de
silencio
despierto ninfa en
pentagramas de tiempo).
CELEBRACIÓN A MEDIA LUZ
(Imagen de google)
Tropezar con las sillas
y buscar mi nombre
¡Vaya tú a saber, dónde
lo dejaste tirado!
Y hay mucho que hacer
en este aniversario…
como escuchar jazz o
embriagarme en el blues
releer “Los inmortales”
en un libro de Hesse,
comer la fruta dulce
del manzano
o conjugar tu nombre
tan venido a menos.
Examinar tus dedos con
la yema de los míos,
lanzarme al vértigo de
tu cuerpo
o quizá balancearme
tristemente en mi hamaca;
sin pagar impuestos,
sin guerrear con los niños,
matando el tiempo a
media luz,
descolgando el
polvoriento velo del pasado
con la esperanza de
encontrar mi nombre
tropezando con tu
nombre en el silencio.
ACTO POÉTICO
Emerger por la punta de
una pirámide
para sujetarse en el
aire
como los pájaros
con una sed de vino que
ya es algo
en el descubrimiento de
las consonantes
y sus remolinos
homónimos a la palabra.
Contemplar desde arriba
su tejido, su quejido
el soplo de la idea, el
huracán sentido
y luego zambullirse en
aquello que llaman poesía
(a manera de abreviar
la monotonía)
alargar la lengua en un
ejercicio muscular
de adentro hacia fuera,
desde la garganta
desde las entrañas con
toda su piel.
No es poco lo que queda
palpitando en lo hondo
hay un solitario
combatiente dolor alegre
que en imágenes
balbucean vida y muerte
quietud y existencia de
secretas sangres
como la boca enamorada
donde se engendran
las pequeñas mentiras
que humedecen la palabra.
VUELOS TEMPORALES
(Imagen: de google)
El pájaro aprende a
hablar
a decir a viva voz, ¡ahí
te va la piedra
que he apilado desde tu
mano…!
y su música se va
haciendo memoria
y su oficio una fábula
(lengua de ave desoída)
despotricado eco su
aliento suspendido
astillas de silencio
para los largos tímpanos…
Cuando la pipa de la
paz se apaga
cuando las yemas
vegetales esconden la cabeza
y la lentitud de un
huerto llora el dolor humano
intuimos la vigilia de un
pájaro que habla
su
dolor en aguacero,
entonces Dios, es una
especie de salvedad
presumiendo la
redención del alma
¿Y quién quiere el
cántaro de la resurrección
si su agua es salina
sepultura?
¿Y quién quiere un
pájaro cantando
cuando el alma pierde
su altura
en las yemas
vegetales de los huertos muertos?
/De ser oruga en capullos de silencio
ResponderEliminardespierto ninfa en pentagramas de tiempo/
Felicitaciones Paulina, tus versos profundos queman y dejan huella. Cada una de las palabras graba sentimientos que arraigan en el alma. Ya quisiera leerlos, en cuanto lo publiques. Abrazo.