miércoles, 1 de enero de 2014

CÁSCARAS DE LLUVIA-2011




CORDILLERA






Tienes nombre de mujer, formas de mujer,
curvatura de mujer, pechos de hembra
Tan sensual te ausculto desde mi pupila
que suelo apresurarme a nevarte desleal
-por si él parpadea su deseo sobre ti…-
Me hielan tus pechos de nieve ¡Tan firmes!
Tu seducción sujeta a selvas de piel vegetal
Tus curvaturas con deslices  propios a su mano
Tu sed de vertientes voluptuosas
Entonces, me apresuro a arrugar la piel de tu tierra
con mi arado -por si él…siente el vértigo del amor
en la cima de tu curvatura-
Abonas el vuelo de los cóndores con tu óvulo germinal
Se excita el viento en el toque de tu cúspide
Ternuras la brisa que sujeta los nidos en su tejido de ave
…Y te arrebato de sus ojos y le sangro un te quiero
Por sí quiere beberte, esculpirte, fecundar su maíz…
o morir apresuradamente para enterrar su cuerpo
en la profundidad de tus extremidades
¡Y amarte eternamente…!







NUESTRO PEQUEÑO VALS VIENÉS




Los gatos duermen, las casas han cerrado sus veredas
Tu hombro, fragmento de luna, secuestra mi cara
Crezco en tu mano con mis cáscaras de lluvia
Mi  huella digital  responde en la piel de tu espalda
Las tabernas beben el luto de los hombres
al mismo tiempo que goteas tu manjar de uva sobre mi boca
El pequeño vals vienés tiene ojos que acarician,
brazos a manera de medusas elásticas que enroscan
Respiro en su explosión con mi suspiro de aire
Me contorsiono, como gata seductora en tu pecho volátil
Y giro, giro en tu abrazo encadenado
El pequeño vals vienés salpica su vuelo a tres tiempos
con la suavidad de las huellas de un pajarillo en tierra
Tiene ropaje de piel
…los versos de Lorca y el compás de Cohen…
Los faroles arrojan la ciudad en la llovizna de las calles
Las pieles… ¡no saben de juglares!
El aleteo de un jilguero sediento de néctar muere en la noche
La oruga de tu lengua se hospeda en la humedad de mi piel
y su enjambre de rayos se apoya en el paredón de mi fuente
Péndulos parpadean incubando las paredes temblorosas de mi vientre
¡Ya no somos inmortales, nuestro vals de luciérnaga
lleva el cuerpo desnudo!




LA PIEL DE MI SOMBRA



Esta sombra que llevo conmigo
o este yo que me lleva en su sombra
no caben juntas en la acera a las tres de la tarde.
Esa sombra mía sin nombre ni cuerpo
tan parecida a otras sombras
tan delgada y fría
tan polvorienta sobre el pavimento
adherida a la corteza de mis pies
cómplice de los vecindarios de este cuerpo
atestigua el desgarre de mi pecho sobre otras sombras.
Pronostica mis decasílabos que se escapan de la boca.
Se moja con el despojo de mis lágrimas y mis penas
y se apila en la tierra seca
cuando la saliva de mi boca sobrevuela
la piel de otra sombra, de otra hora
o cuando la vida enclaustra su cuerpo
en el pantalón del sol, cara a cara, a medio día.
A veces le cuento de mi verso melancólico
le lanzo mis pétalos secos de esperanza
mas esa dama oscura de soledad subterránea
se queda callada y sepulta su cara en manchas pardas.
Yo la he oído llorar, reír a carcajadas
balbucear mis versos con sacudida sísmica.
La he visto apolillar recuerdos en su memoria astillada.
Ha recogido mi nombre del suelo, lo frota con su aceite
y a picotazos me lo incrusta en el pecho.
Lo diluyo con su propia y sarcástica amargura.
Erizo mis plumas en la envergadura de mis alas
y ella desde su sepultura me sujeta al eje del universo
mientras descarno mi piel con el batir furioso de mis venas.

COMENTARIOS SOBRE LOS ESCRITOS DE PAULINA JARAMILLO VALDIVIESO




SOBRE "LA SONORIDAD DEL ALGODÓN"



Con Oscarito Valdés (percusionista cubano) y Stalin Alvear (escritor ecuatoriano)



Ante un poemario o un libro de relatos breves, el lector, puede elegir fracciones a su gusto no porque lo demás sea menor cuanto porque la estructura y la fragmentación de los textos así lo permiten. Sea como fuere uno se queda con las briznas que más lo estremecieron, pasmo que, no por indescifrable, está exento de ambigüedad, fatiga, ansiedad, conmoción, retraimiento; cáusticas secuelas que la literatura engendra. Ahora nos ocupa un suceso nada común, fresco, contundente, señero: la aparición de La sonoridad del algodón, flujo poético que parecería salir de un abismo, sudando belleza, sagacidad, dolor, culpas de una curda, disconformidad existencial, sueños sociales, heridas abiertas o semicosidas, reproches íntimos y sutilmente exteriorizados, alusiones caseras, domésticas y, por supuesto, estiletes y exilios que al descoyuntar ya no dan derecho a ninguna soldadura. Paulina Jaramillo Valdivieso, su autora, ya no necesita de garrocha para elevarse"


STALIN ALVEAR.
Abril-2017





EL SILENCIO QUE NO CALLA



Con Humberto Cárdenas Motta

Antropólogo, Director de Teatro, Escritor, Poeta colombiano



El viento empuja la brújula hecha polvo por las manos de los genocidas. Nadie lo sabe; nadie escucha las palabras que trazan sobre el tablero de la noche las pupilas. “Con las venas voraces de su poesía”, Paulina Jaramillo asume la herejía de una tradición. Digo herejía para tranquilizar a los verdugos. Es la vida, este juego con la muerte que empuja nuestra barca; es la vida que dispersa los pasos de los pueblos en la raíz de las guitarras. En la lengua del agua ser semilla, leño en el fuego de la esperanza, piel en la herida, fugitivo candor de la mirada.

Paulina Jaramillo Valdivieso es testigo de lo inefable. En el poema Meditación hacen presencia tres elementos que iluminan el camino para el andar poético: el silencio, la arcilla y la semilla: “el silencio”, “como la arcilla” es la “semilla que da forma a las manos y al alma en las trenzas del arte…” La tangibilidad de estos tres elementos, adentrándose en el ser que hierve, moldea las manos y el alma. El silencio es el alfarero de las palabras. La subjetividad poética se vive porque en las entrañas crece un árbol, árbol que solo puede serlo por “el cantar de los pájaros”. De savia y sangre, de vuelo y silencio, de minerales profundos que se hacen copa y campana, mar y fuego, son las entrañas, las cósmicas, las telúricas entrañas del poema. La poesía funda interioridad; en medios sociales deshumanizantes, el alma teje su nido de silencio para que sobrevivan las palabras. Pero es aquí donde la poesía traza sobre una geografía tempestuosa una línea con el sonido profundo del mar y el aroma de las amapolas. La poesía traza sobre el mundo un delicado juego de coordenadas de vísceras totales. “…mas la sombra de mi voz no viaja triste…”, escribe Paulina Jaramillo; “…pisa como la lluvia que a la tierra germina, / con un rostro casi humano, casi pájaro.” Puedo escuchar la sombra de esta voz en la tierra que germina. La semilla es silencio que fecunda, es silencio que humaniza, es silencio que lee “en la copa de los árboles” lo escrito por “el espíritu de los pájaros que picotean al tiempo, /al tiempo que es espina y brota sangre de mis sangres”. No se puede incurrir en el absurdo histórico que “exige el mismo rostro”. En este absurdo histórico, la acción es el estrépito del acto que se produce con la monótona certidumbre del horror y del grito. La deshumanización conlleva a la estetización de la barbarie: las guerras suceden en la web, los muertos reposan en las páginas de los periódicos. Entonces, es necesario callar cuando en el silencio las viejas bisagras rechinan bajo el peso fosilizado de las palabras. Es en esta encrucijada cuando la poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso enarbola el silencio de sus entrañas:

“Definitivamente se trata de aniquilar la sed, de limpiar el gusto nauseabundo de la miseria instalada en la cerradura de los cuerpos, de no flaquear sobre las carnes roídas por la mentira…”

Ante los horrores de la historia, el tiempo de la sangre es el silencio.

El silencio es a la poesía como la arcilla y la semilla es a las manos y al alma. Cuando las manos callan; cuando el alma, agobiada por la estruendosa lucidez de la barbarie, calla, es, entonces, cuando “el silencio tiene la fuerza inevitable de la poesía… y sin palabras habla.” La poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso es la escritura-ave, el vuelo que nunca se acumula en el horizonte pestilente de las cajas de caudales, el vuelo que no yace genuflexo sobre el estiércol pedante de las oficinas. Ante “el absurdo [que] exige el mismo rostro”, su poesía multiplica “el espíritu dionisíaco de los pájaros”:

“Detrás del paraíso un hombre espera
con un pájaro cantándole en el alma.”

Humberto Cárdenas Motta
Antropólogo, Director de Teatro, Escritor, Poeta colombiano.
28-04-2017




MITO Y POESÍA
Con el escritor Stalin Alvear

                               Cuando el habitante primitivo era un niño de pecho, al que se le entendía por señas y gesticulaciones; el lenguaje, le ofreció un conducto para descifrar lo que lo maravillaba o lo que le causaba temor.
                               Bajo esa carencia, el Mito comenzó a crecer sin vacilaciones, como un manifiesto fundacional de una sociedad recién nacida. Con él y reforzándose en una incipiente oralidad, se incubó la religiosidad y la inicial avidez por escenificar los deslumbramientos. Fue así que el Mito se puso a volar por encima de los fines inmediatos.
                               Al experimentar un crucial apremio por comunicarse y sobrevivir, redondeaba de a poco su consolidación gestando deidades y enigmas, ora para que el miedo afrontara catástrofes o para perfilar esa natural inclinación estética del ser humano; ya valiéndose de una roca, del discurrir de un río, del tronco de un árbol o de las bondades de la tierra, sobre la cual comenzaba a diseminarse la semilla del amor y de la igualdad, gracias a que todavía no era materia de usura o porque la hostilidad se oponía a sus inocentes y maternos afanes.
                               No por englobador, el Mito deja de ser uno de los primeros pilares artísticos del mundo. Nunca le ha importado la irrealidad ni la comprobación, puesto que es un producto social, una norma universal no escrita, un comprometimiento con lo originario y el devenir.
                               Resistente a la pátina de los milenios, esta cosmogonía no es una ley cualquiera, es la permanencia simbólica y también objetiva de realidades remotas o presentes. No hay que olvidar, por ejemplo, la tabla de valores éticos y justicieros del incario, ni a sus primeros poetas, tampoco a sus cosechas: rito gregario, lúdico y generoso.
                               Nivel cultural, sustancia, rastreo, amor filial y del otro, sueños, estocadas a la rutina, rebeldías, historia, soportan a pie firme esa avalancha de la exploradora; todo eso, sumado a una sintaxis armoniosa y a un giro estilístico nada corriente, hace de MITOS QUE MADRUGAN AL SOL… Y UNA CANCIÓN DE ESPERANZA, un libro trascendental en la vida de Paulina Jaramillo. Poemario que subsistirá mientras nos quede un latido, mientras otros ojos y otras caravanas lóbregas sigan mirando a esa muerte moral que es el destierro, o a la eclipsada gloria de culturas que nos antecedieron y que antecedieron a la invasión brutal de los conquistadores. Gloria que se actualiza con el renacimiento cultural, político y social del indigenado: pueblo que ha recuperado su voz y su destino.
                               De estos convalecientes y esperanzadores materiales se ocupa, en magistral sinopsis, la poesía de Paulina y como hay que paladearla extraemos de La historia luce vestido ajeno, esta pieza a la que los mitimaes de hoy deberían convertirla en una canción coral:
“Pienso que morir sin un espacio
Ni en su cielo, ni en su arado,
Es mirar la dura selva de otras patrias,
Suyas pero ajenas, sin cóndor, sin sierra”.
                               Como sabe que el pasatiempo de la moda es ventajosamente efímero y el de los cánones también, Paulina arma una extraordinaria maniobra analógica que equipara la vida de Jesucristo con la del Che. El poema es casi presencial, desgarrado, hermosamente adherido a esas dos vidas solidarias. He aquí su tierna y bella revelación:
“Yo lo vi
Vestía de Che; llevaba una rosa en su cenit.
Abrí mis manos y clavó palomas en mi piel
Me vistió con harapos
Mi estéril posada alimentó corderos.
Yo lo vi… rodeado de siervos,
lo vi de poncho, de raza, de sombrero,
lo vi amamantado en los pechos de una ramera,
Manchó mis dedos en su llaga
Y me sangró la pupila”.
                               En Ecos de mujer en selva de guerra, la poeta ventila su admiración por Manuelita Sáenz, aquella heroína de todas las gestas que pareciera estar presente y conversando con otras heroínas del pueblo y de la mitología. Esta sensación que solo el arte puede transmitir, nos la pasa Paulina a nosotros. Démosle un lugar a este fragmento:
“Eres la Alfonsina desperdigando versos
La Amaguaña inventando soles
La Penélope tejiendo luces de tiempo
Eres la Manuela forjando libertades
Y así como eres fuerza de ola,
eres colibrí en danza de tambores
granito de maíz: verde arado
pechos de nieve tu boca luna”.
                               En este tipo de comentarios, las líneas individuales de un poema, son bastante desatendidas. Pero por esta vez vale reivindicar una que les transcribo:
“El agua está sedienta digo…”
                               Descarga fulminante y vivificadora la de esta metáfora. Línea que, a pesar de estar muy bien acompañada, puede existir sola y por siempre.
                               La maduración artística de Paulina tiene un soporte indiscutible, motivo para no desmayar porque como dijo un biógrafo refiriéndose a Woody Allen: El problema no es crecer en altura sino en grandeza. Por no tener a mano esa cita textual aclaro que dicha frase es un reacomodo de la memoria.
                               En el caso de Paulina, aparte de su inconfundible valor personal, intervienen unos genes que tutelan y ennoblecen una travesía colmada de literatura y dignidad.
Stalin Alvear
Loja, XII-2007



DE MADRUGADAS Y CANCIONES DE ESPERANZA



Con el trovador Miguel Mora Witt-Director del Grupo Pueblo Nuevo


Siempre me ha cautivado el oficio de poeta, el de ese perseverante “buscador de palabras” que nos obliga a viajar casi siempre por terrenos poco conocidos, con el riesgo de estrellarnos de lleno con verdades que la palabra diaria o cotidiana parece ocultarnos bajo la consigna de “hay que aprender a leer bajo las líneas”, por lo que fundamentalmente creo que rescatar el significado simple de la vida y sus intensas emociones parapetadas bajo los cada vez más rápidos cambios producidos en personas y grupos sociales por esta vorágine desatada de tiempos veloces, es la misión de estos amados “palabreros”.
También he sido tentado, no desde la poesía desde luego, pues me declaro no apto para tan altos designios, pero sí desde la búsqueda de palabras justas para pasajes que deben ser trasmitidos a través de las letras hechas canción, por la extraña sensación de escribir simple para que se entienda simple, quehacer que aparentemente resulta sencillo, pero que se torna complicado cuando buscamos “a propósito” y con demasiada dedicatoria el hacer entendible lo que llevamos por dentro y pretendemos transformar en sentimientos compartidos.
Como simple tramitador de esos linderos, creo que es justo que me remita a consideraciones generales, siempre desde el lado del lector, de la poesía propuesta y encerrada en estos “mitos que madrugan al sol y que contienen canciones de esperanza”. Se ha dicho en apreciaciones del arte y en particular de la poesía y de la pintura, que el papel jugado por el observador – lector resulta sumamente, importante, tanto que llega a ser complementario de lo que los autores sugieren o plasman.
Por ello, más de una vez y lo confieso, he dado la vuelta a una obra de arte en búsqueda pretendida de su complemento, e inclusive hasta con cierto rubor y congoja, esperando no ser observado por alguien, he pretendido mirar el detalle de brochazos o trazos aún en la pared posterior de lienzos, acuarelas y todo tipo de papeles, asumiendo ese  papel protagónico, que casi siempre concluye en el de un extra adicional de la producción presentada.
En la misma caminata, la parte interpretada desde la palabra del poeta, es propia a cada uno de nosotros en la justa medida en que nos toca y describe, en la que nos golpea y torna irreales, en la que nos eleva y sume, en la que nos profetiza y revuelve, pero esa colaboración no solicitada también puede “tornarnos pequeños” ante la inmensidad de conceptos y razones que la poesía encierra en metáforas y alegorías que se van superponiendo y que debemos releer una y otra vez hasta darles un justo sitial.
Bajo ese ejercicio,  me atrevo a desmontar partes del texto para edificarlos a mi manera y darles esa lectura de entrelíneas tan cercana a los cánones impuestos desde la pulcritud de los literatos: …Mañana buscaré el olvido, aunque sea el olvido el que nos encuentra dejándonos latente e incólume la sensación de su búsqueda, buscando las huellas que quemaron mi leño, quemazón interna y aguda cuyas huellas se deben a la desazón de existencias acortadas por los viajes internos o fugas que no solo se quedan en nuestra imaginación;  no permitiré que mi tristeza te acompañe, pues me basto yo mismo para acompañarte desde lejos y sin prisas irme transformando en mi propia y permanente compañía de soledades; harto de andar carreteando soledades, en ese principio de estar harto que nos recuerda Serrat en su Vagabundear cuando precisa de su rosa de los vientos como compañía confiable para su abandono; sobreviviendo en espacios azules, o en cualquier portal que nos sea permitido siempre y cuando sirva para el íntimo esfuerzo de sobrevivir, nuestra razón para sobrellevar avatares y misterios; entre la luna y el olvido, o entre el olvido y la razón condenándonos de antemano a ser parte del recuerdo en ese olvido; sin tregua frente a ti, puesto que los fingimientos resultan inútiles ante quien nos inspira y acalla la mayor parte de las veces sin conseguir las respuestas a las ecuaciones del alma; con imágenes en pretérito, ya que el pasado es parte del presente que queremos vivir y que torna los buenos y malos momentos en deseados gráficos que reconfortan y apresuran el seguir amando; espejismos  que nos hacen parte de lo ilusorio y poco posible; recreándome en la imagen que en buenas cuentas es lo único que conservamos de los hechos que nos marcan y nos desbordan.
Miguel Mora Witt
Quito, marzo del 2002



ENTRE EL YO Y SU SOMBRA, ENTRE EROS Y SOLEDAD: 
LAS DOS VOCES DE PAULINA JARAMILLO VALDIVIESO




                                                             Con el poeta Inglés Niall Binns


En junio de este año pasé un día memorable en Loja con Paulina Jaramillo Valdivieso y Stalin Alvear, uno de esos días que no se olvidan fácilmente. Volví a Madrid poco después con el regalo de los dos primeros libros de Paulina –Estatura de tiempo y convergencia y Mitos que madrugan al sol– y hace una semana me llegó por correo electrónico un nuevo regalo: el manuscrito de su nuevo poemario, Cáscaras de lluvia. Es, me parece, el más redondo e intenso y envolvente de los tres libros.
                Un rasgo que llama la atención de inmediato en la poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso es la compenetración que establece entre la mujer y la naturaleza, vinculándolas con imágenes que surgen de una fuerza genésica común, de unas leyes de atracción compartidas, de las mismas pulsiones cíclicas, rítmicas y procreadoras. En algunos de los primeros textos de Cáscaras de lluvia la poeta vuelve a explorar la potencia telúrica en imágenes carnales de mujer y madre –“Génesis” y “Cordillera”–, pero lo que me parece más notable y novedoso en este nuevo libro es la manera en que el acto poético se ha incorporado a esta combinación dual mujer-naturaleza. La poesía es un espejo en que el yo se refleja en su verdad más desnuda –“me desvisto frente a ti”–, pero también es el lugar en que las fuerzas del deseo de la mujer se encarnan y arden con la misma pasión que en el acto sexual: “se enfibra mi carne en tus metáforas”, se dice en el poema inaugural del libro, y se pide a la poesía que convulsione al yo “en el vórtice de tu éxtasis de papel / con tus cinco vocales y tu fuego consonántico”.
                Decía la novelista francesa Colette que “no se escribe una novela de amor mientras se está haciendo el amor”. Escribir una novela significa partir de la carencia, luchando por reinstituir simbólicamente lo vivido y perdido, por fijar en el papel en blanco lo huidizo de la experiencia pasada. Creo que para muchos escritores la cita de Colette podría adaptarse perfectamente a la poesía: “no se escribe un poema de amor mientras se está haciendo el amor”. Numerosos poetas, a lo largo de los siglos, han aspirado, precisamente, a inmortalizar la experiencia, tornar permanente lo pasajero, mediante la perfección de la obra poética. Paulina Jaramillo Valdivieso busca otra cosa. El acto de poetizar, en muchos de los poemas de Cáscaras de lluvia, se convierte en algo consustancial al encuentro erótico: la palabra tiene “hondura genital” y los dos amantes “invocamos versos en temblores de volcán, / en el deseo germinal de la tierra”. El acto sexual se emparienta con la fuerza indomable de la naturaleza y con su potencia genésica, pero a la vez la erupción del volcán-orgasmo desencadena o, más bien, constituye en sí un estallido de la poesía. En “Venas en estampida de piel y sol”, la imagen sexual-volcánica se reitera (el sol “quema tu lengua en mi pasión volcánica”) y la alusión a la lengua, como órgano vinculado a la vez al Eros y al habla, permite elaborar una nueva imagen múltiple de mujer-naturaleza-poesía:
                               El sol avanza, como hilo de salitre, calentando mis poros laguna
                               Hierve en mi saliva, quema tu lengua en mi pasión volcánica
                               Se arremolina, se cuecen versos de canela y vino
                               embriagando la sangre de mis venas en hebras de candela
                La poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso ha sido –y sigue siéndolo, en parte, en Cáscaras de lluvia– una poesía decididamente fogosa, capaz de convertir hasta la emoción agridulce de la nostalgia en voluptuosa, y es una poesía de la exaltación, que celebra el amor carnal en un lenguaje altamente erotizado, con la hipérbole deseante de sus imperativos, con el ímpetu de sus metáforas, la desordenada y pasional acumulación barroca de sus metáforas, y con un ritmo que galopa con ardor sensual. Véanse, por ejemplo, versos como “¡Venenosa ventolera fragmentada en tus aludes de beso! / ¡Desenvainada cicuta voraz de mis concavidades!”.
                El tópico del carpe diem tiene poca presencia en esta poesía exaltada. Pedir que se aproveche el día, que no se desperdicie el momento, obligaría a una reflexión distanciada radicalmente ajena a la cultivada inmediatez, el presente erótico-poético cantado y vivido en esta poesía. La contraparte a este presente arrebatado no deja, sin embargo, de asomarse en Cáscaras de lluvia, y ofrece una nueva vuelta de tuerca a la poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso. La palabra “Inanición”, en el contexto del libro, parecería hacerse leer como una falta del alimento básico, fundamental, del otro, del otro deseado y encontrado en el acto sexual que exige y goza y celebra el yo. Ahora bien, en el poema que se titula así, el sujeto del libro se desdobla, se fragmenta en un diálogo entre el yo deseante y deseado y otro ser desgastado por el tiempo: “Yo, soledad, ahora soy de ti: / enferma, envejecida de silencio”. La imagen es tremenda: cantar y amar son una sola cosa en la poética fogosa y exaltada que domina en el libro; en cambio, envejecer, caer en la soledad, conlleva el silencio:
                               Tú, soledad de mí
                               No cantaste mis credos, ni mis muertos
                               No prendiste el dique de mi fuego
                               No suicidaste mi amante cabellera
                               No te quise soledad conmigo
                               Yo
                               soledad de mí
                               ¡Voy a vivir! ¡Te dejo!
                “No te quise soledad conmigo”, afirma la poeta, que abandona a su otro yo al final del poema: “¡Voy a vivir! ¡Te dejo!”. A pesar de este rechazo voluntarioso, la soledad se convierte en una presencia ineludible en el libro, y acecha entre bambalinas la experiencia erótico-poética de su alter ego, aún dueña del gozo y del decir gozoso. En el poema “Nocturno en soledad”, me ha parecido de especial interés un verso que puede y quizá debe leerse en clave: “¡Qué soledad sin apellido!” exclama el yo. No deja de ser curioso que Soledad es el segundo nombre de la poeta Paulina Jaramillo Valdivieso: un nombre elidido –separado, desterrado de sus apellidos– en la firma que se encuentra en las portadas de sus libros, como si el yo Paulina fuese la voz de plenitud autorizada por la poeta, y el yo Soledad la otra voz, silenciada pero en acecho, que en Cáscaras de lluvia empieza a interrumpir con su lúgubre advertencia.
                Estos poemas de la soledad, y la fragmentación que inauguran en la voz exaltada de Paulina Jaramillo Valdivieso, se relacionan con otros textos del libro que comparten el mismo tono, más sosegado, y enfocado menos en la inmediatez irreflexiva del deseo que en el diálogo ensimismado del yo con su sombra (“La piel de mi sombra”), en la observación (como en los poemas “Tarde” y “Del tiempo y las palomas”), y sobre todo en la memoria (como en “La visita”, con la llegada del ser fantasmal de un antiguo amante).
                Me gustaría terminar estos breves párrafos hablando de dos notables poemas de la memoria. El primero, “Carta: A 17 de enero. Más allá de la luna...”, ensaya un tono epistolar para escribir con voz cómplice al antiguo amante, o al amante ausente, ante el que la poeta medita en versos conmovedores sobre el mundo que la rodea y hurga, con sosegada nostalgia, en su “soledad de páramo”.
                En el segundo de estos poemas, “Memorándote”, el yo lucha por encontrar y resucitar un amor perdido en una serie de versos que son imágenes truncas, discontinuas, esquirlas del pasado que se rescatan en la escritura como precarios y parciales restos de lo vivido. La poesía es capaz, a su manera, de recrear una realidad –una realidad sucedánea, compensatoria– y de encarnar en palabras al antiguo amante, pero la voz de la poeta vuelve a sentirse presa de la escisión, y a constatar su propia fragmentación entre el ser carnal, presente, de su poesía erótica y este otro ser evanescente, que vive y escribe desde la soledad y se reduce a poco más que un eco o reflejo de las experiencias pasadas:
Todo para encontrarte...
Mi súbita corriente extraña e íntima.
Los silencios amorosos.
El crujir de una caricia.
El ascenso suave en el combate.
Tus venas de tronco acuático.
Nuestro versículo de soledades desenterradas.
Tus gestos íntimos y mi cintura de tierra.
Tu orilla al alba en mi primera mirada.
¡Tú real...!
¡Yo reflejo...!
                Una vez más, el acto erótico y el acto poético se funden, pero se trata ahora de una fusión hecha a partir del Eros extinguido y recuperado sólo de manera fragmentaria por la memoria. Estos amantes fantasmales no escriben “versos en temblores de volcán”, ni cuecen “versos de canela y vino”. Escriben, con su “versículo de soledades desenterradas”, una poesía con una voz muy diferente a la que dominaba hasta ahora en la obra de Paulina Jaramillo Valdivieso. Las fuerzas genésicas de la mujer, la tierra y la poesía se funden y se confunden en Cáscaras de lluvia, pero es esta doble voz, y la intrusión de este otro ser más cercano a la pérdida que a la presencia, a la sombra que a la carnalidad, y a la Soledad que al Eros, lo que da al libro una tensión y una intensidad admirables.
Niall Binns
Poeta, escritor y ensayista Inglés
Profesor de Literatura hispanoamericana
de la Universidad Complutense de Madrid
Madrid 13-08-2011
 



Jael Uribe poeta de República Dominicana. Presidenta de MPI


Desde el inicio de la primera palabra hasta la última que los componen, los poemas de Paulina Soledad Jaramillo exhalan una pasión poética y un espectacular uso de figuras ricas en sueños e imágenes aguerridas, que se contraponen para formar exquisitas creaciones. Desde la  primera vez que tuve el placer de leer sus poesías hasta hoy que he tenido la oportunidad de degustar de este maravilloso poemario, puedo decir que la calidad compartida por esta amiga poeta en todas sus entregas ha sido constante, sin mermar un ápice en cuanto a la creatividad ni a la capacidad para comunicar mensajes que provocan emociones constantes y eso,  es un verdadero don. Paulina es una maga de las palabras, una encantadora de quimeras que se van mudando a nuestras mentes conformando un universo paralelo que crece y se puebla con cada lectura.
Cáscaras de lluvia, es un poemario espectacular como su nombre, que representa en lo que a mí respecta, la esencia. El conglomerado de un talento innato, que crece ante nuestros ojos y se hace a luz en cada verso. Nuestra poeta toma todo lo que tiene y demuestra la fuerza de sus letras desde un despliegue de pasión hasta la inventiva de mundos ficticios que únicamente habitan en su mente, y que nos transportan en cada línea a lugares irreales en un trabajo digno de ser reconocido y disfrutado por cada persona que “destejida en las ausencias”, sienta verdadero placer por la lectura de una buena poesía.
Luego de haber disfrutado a cabalidad de esta muestra indiscutible de buen gusto, y de la capacidad poética de Paulina, sólo me resta decir que queda en las manos del lector un trozo de magia, aflorado directamente desde una mente prodigiosa hasta la varita mágica de esta celestina del sentimiento y las palabras.
Jael Uribe
Poeta y Presidenta Mujeres Poetas Internacional (MPI)
República Dominicana 09-08-2011





CÁSCARAS DE LLUVIA 



Con el escritor, poeta y ensayista Edgar Allan García




La poesía es la punta del iceberg del gran misterio de lo humano, ese fluido oscuro que alguien en algún momento echa fuera –una plegaria, un aullido, un quejido, un sollozo- en forma de verso. Ante lo que nos sobrepasa, lo que cabe es el silencio, pero el poeta persiste en decir lo indecible, en romper su soledad interior para establecer lazos fugaces o indelebles con lo que le rodea, en lanzarse desnudo desde el acantilado de su propia vida con la esperanza de encontrarse o perderse a sí mismo, no en el fondo de ese mar nocturno que rompe incesante y furioso allá abajo, sino en el vértigo de la caída, en ese instante terrible y sublime en el que las palabras parecen alas que podrían salvarlo si se aferrara a ellas.


De ahí que la labor del poeta, cuando verdadera y no una fachada, es una labor valiente que implica una suma de sacrificios interiores (búsquedas, reflexiones perturbadoras, desgarramientos) y exteriores (frecuentes periodos de soledad, de recogimiento en medio de la multitud) que a veces, no siempre, desembocan en un libro. El poeta es pues una especie en extinción en una sociedad cada vez más inhumana, mecanizada y superficial, pero mientras siga alimentando desde su corazón su pequeño gran faro, nos recordará que, como decía el Principito de Saint-Exupéry, lo esencial es invisible a los ojos.


Paulina es una poeta, qué duda cabe, de gran sensibilidad y ternura. En sus poemas se unen lo cósmico y lo cotidiano, la gran imagen barroca y el verso llano, lo mítico y la realidad de todos los días, la frase filosófica contundente y los oropeles de la lírica. La poeta busca en los intersticios del lenguaje, bebe en ellos, levanta su palabra con esas alas de antiguo fuego, las vuelve realidades conocidas y desconocidas a un tiempo, las reinventa dentro de los contextos poéticos que explora.


Paulina Jaramillo habla de la soledad y el desamor, tanto como de la plenitud y la conexión con el todo, de la nostalgia dolorida, de la intensidad del vertiginoso presente y la esperanza del futuro, de los espejismos de la primavera y la seriedad agónica del otoño, del erotismo que se despierta cuando la piel húmeda entra en contacto con otra y del amor infinito que prescinde de la carne, de la danza febril al son de los tambores y del silencio que precede al milagro de la vida, o de la muerte. Habla de las paradojas y las sincronías, de la metamorfosis de la vigilia y la ruta secreta de los sueños, de la sed interior y la máscara externa, de la profanación de lo sagrado y la sacralidad de lo aparentemente profano, del exilio que desgarra y el reencuentro balsámico con la vida, de lo que queda y de lo que trasciende o finalmente se olvida.


Paulina se muestra en este poemario como un ser humano cuyo inmenso corazón es capaz de abarcar lo gigantesco y lo pequeño, lo innombrable y lo humilde, la plácida intimidad de su interior y la furiosa ola de los acontecimientos externos. No es una sorpresa para quienes hemos tenido el privilegio de conocerla porque a su lado siempre supimos que detrás de su sonrisa que intentaba ocultar una mirada triste, había una mujer que escribía silenciosos versos de amor por la vida. Con este poemario, todos quedaremos empapados de ella, de su esencia, de sus cáscaras de lluvia.


Edgar Allan García
Poeta, escritor y ensayista ecuatoriano
Quito, 03-09-2011






                                       El poeta y escritor Tomás Delgado Arbelo

 
Volcánica y sensual, voz de lava y orquídea. Ardiente y exótica poesía que inflama y embelesa los sentidos. Pocas veces se da esta comunión entre el poeta y su entorno natural, pero cuando sucede, el resultado son versos como estos, capaces de aunar sentimiento y paisaje. Fuego, agua, flores, uvas, miel, semillas, viento, el océano omnipresente, y el sol del amor carnal y pasional, compartiendo espacio con la luna y su sentir platónico y romántico. Leí y releí este poemario en “la hora en que las caracolas de lo sueños se doblegan/ y los causes de las ansias con sus dragones fantasmas,/con sus gargantas ágiles de uvas/desabrigan las palabras en poemas.” El Pichincha altivo y poderoso, la selva exuberante, rebozando vida, y el mar, que “se esconde en su gota de agua”, la que en los charcos es cáscara de lluvia, me sembraron el alma de emociones e imágenes imborrables, porque la poesía cuando es auténtica, más que flor es semilla que germina y florece en la memoria de los lectores. Heredera y ascendiente de un cóndor de las letras, Paulina Jaramillo brilla con luz propia en la pléyade de estrellas de la Literatura Hispanoamericana.

Tomás Delgado Arbelo
Poeta Español
Las Palmas de Gran Canaria 28-08-2011








Gustavo Novillo Riofrío, escritor y editorialista lojano

PAULINA

Publicado por Gustavo Novillo R. en Diario Centinela/21-dic-2013

Creo que más bien prefiere que la llamen Soledad, por aquello de “es tan tierna como la amapola… y tan clara como el sol que asoma”. Bueno, el nombre Paulina o Soledad es irrelevante cuando se habla de su dimensión poética y humana. Confieso haber leído poco de su trabajo literario, pero en su caso un botón basta de muestra. Para mí, Paulina (o Soledad o ambas) es palabra mayor. Comparto con agrado sus gustos por la poesía y la música y allí me identifico fácilmente con el ser humano tan sensible que encuentro en ella. “Tiene a quien salir” dirían las lenguas de barrio. Cómo no! Por sus venas corre sangre de vate. A su padre, Alfredo, lo conocí en el Bernardo tratando de yo entienda la Física, pero más pronto me entró su poesía que la materia. “De tal padre tal hija” dirían esas mismas lenguas, pero cada cual en su línea poética. Sin atreverme a ser crítico literario, Paulina me parece profunda y lo hace sin complicarse ella ni complicar al lector. Por eso es que cualquiera que la lee, sea o no conocedor, siente correr por su piel esa sensación de que alguien le está diciendo lo que en su interior muchas veces ya lo había pensado, pero que no sabía cómo expresarlo. Ella nos lo da diciendo.
Por qué estoy hablando de Paulina? Porque al cerrar el año creo necesario valorar todo su trabajo en bien de la cultura lojana. Conciertos, encuentros culturales, lanzamientos de obras literarias y musicales, etc. Ella es quien da vida al Centro de Arte Alfredo Mora Reyes. Y algo muy importante, recordar a Loja que Paulina en el mes de marzo recibió en Manta la presea “Matilde Hidalgo de Procel” al Mérito  Nacional Cultural, en el VII Encuentro de Mujeres realizado en dicha ciudad. Hablamos de un prestigioso premio nacional que pocas mujeres ecuatorianas han podido obtener. Pues ahora tenemos en esa selecta galería a nuestra Paulina. Se lo dedicó a sus hijos, a su Jaime, a su padre, a su familia, amigos y a todos los actores culturales de Loja. . Y esto no puede pasar desapercibido. Qué orgullo para Loja este reconocimiento, entonces los lojanos debemos ser gratos y  reconocidos con quienes hacen que se conserve nuestro prestigio cultural ancestral. La vida no ha sido fácil para ella. Creo que su palabra ha sido su bastión, su desfogue, su equilibrio, pero su fortaleza de mujer ha sido el pilar fundamental que la mantiene incólume ante la adversidad, sin perder su sensibilidad humana. Porque “es natural como el agua que llega, corriendo alegre desde el manantial”. A través de esta columna pretendo plasmar un sencillo homenaje a Paulina Soledad Jaramillo Valdivieso, poetisa y gestora cultural que mantiene viva la llama de las artes en Loja, tanto a través de su expresión poética como con sus permanentes acciones en favor de la cultura. Aunque no puedo disfrutar de todos los actos que se organizan, al menos estoy enterado de lo que se hace y de los buenos comentarios que siempre generan.
Cuando estos acontecimientos ocurren, lo menos que podemos hacer es resaltarlos y difundirlos, de manera que todos los lojanos sepamos la calidad de gente que tenemos. Congratulaciones, Pauli por tu trabajo y por ese merecido premio que sé lo recibiste con la humildad que te caracteriza, pero también sé que te dio satisfacción y felicidad interior y que tienes todo el derecho de sentir. Que Loja no olvide a sus hijos que la engrandecen. Nunca es tarde para reconocerlo


  
Paulina Jaramillo presenta su nuevo poemario "Cáscaras de lluvia"
(LA HORA 3 de julio del 2013)
Sección CULTURA- Nacional



“La naturaleza es tan sensual como la mujer, tiene su vientre, sus pechos, da y tiene vida y fecunda”, expresó la escritora lojana Paulina Jaramillo Valdivieso, quien presenta su nuevo poemario ‘Cáscaras de lluvia’. Versos que se desarrollan entre la sensualidad y fogosidad de la mujer frente a la naturaleza.
Además, este acto de presentación estará acompañado por el recital poético musical ‘A tres voces’, donde participarán el cubano Ovidio González, el trío Santa Entre Buenos, integrado por Alberto Caleris, Carlos Santamaría y Claudio Durán; y la poeta. El evento se realizará mañana, en la sala Demetrio Aguilera Malta de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE), a las 19:00.
El poemario
“Cuando uno escribe lo primero que tiene es ese impulso de poder transmitir lo que siente, las emociones, lo que se ha ido impregnando en cada uno de nosotros. La escritura de la poesía viene a ser también una compañía, un ejercicio que a uno inclusive le permite crecer, porque mientras va escribiendo al verso también vamos tomando conciencia de lo que se escribe, somos más sensibles a lo que observamos, a lo que sentimos, a lo que sucede alrededor nuestro”, expresó Jaramillo.
Y de esta sensibilidad a la que se refiere la escritora está envuelta su poesía. Palabras refrescantes como ‘la lluvia’, esenciales y llenas de amparo como ‘las cáscaras’ y el inicio de la vida. De ahí el resplandor de su nombre: “Las cáscaras de lluvia vienen a ser como un desmembramiento que a su vez nos llena, no solamente de la cáscara, del fruto, sino de una protección de la esencia de lo que está dentro. ‘Cáscaras de lluvia’ viene a ser como una universalidad de esa génesis de la naturaleza, como la génesis del ser humano”, puntualizó.
“Una vez más, el acto erótico y el acto poético se funden, pero se trata ahora de una fusión hecha a partir del Eros extinguido y recuperado sólo de manera fragmentaria por la memoria. Estos amantes fantasmales no escriben “versos en temblores de volcán”, ni cuecen “versos de canela y vino”. Escriben, con su “versículo de soledades desenterradas”, una poesía con una voz muy diferente a la que dominaba hasta ahora en la obra de Paulina Jaramillo Valdivieso”, opinó el poeta, escritor y ensayista Niall Binns.
La autora
Paulina Jaramillo es psicorehabilitadora y educadora especial, con estudios en Psicoterapia Familiar Sistémica. Estudió en el Conservatorio de Música Salvador Bustamante Celi. La Universidad Técnica Particular de Loja en 1988 le confiere el certificado de Aptitud lingüística. Ha ejercido varios cargos desde el año 1983 siendo sus últimas funciones como Jefe de la Unidad de Cultura del Municipio de Loja.
Actualmente es coordinadora del Centro Cultural Municipal Alfredo Mora Reyes, productora y conductora del Programa radial cultural ‘Escenario’ que se trasmite por radio Centinela del Sur y La Hechicera.
También, conduce el programa radial cultural Americana Patria Morena de Radio Municipal. Es miembro fundadora de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil del Ecuador, adscrita a la Academia Latinoamericana, y miembro de la organización Mujeres Poetas Internacionales cuya sede se encuentra en República Dominicana.






Cáscaras de lluvia es el nuevo poemario de Paulina Jaramillo 
(El telégrafo 8 de julio del 2013) 

La mujer y la naturaleza fueron las inspiraciones de la escritora lojana para crear la obra





Redacción / Quito


El estimulo que recibió la escritora lojana Paulina Jaramillo Valdivieso, de su padre Alfredo Jaramillo Andrade, uno de los poetas más reconocidos de su ciudad natal, le sirvió para descubrir su amor a la poesía y las letras.


Ella recuerda la sensibilidad que mostró desde niña por todo lo que percibía a su alrededor. Todas estas sensaciones son las que aflora al momento de escribir un poema. “Las artes y las letras es algo que heredé de mi padre, uno de los poetas que más admiro, y me vinculé con este mundo también gracias a sus amigos, escritores como Stalin Alvear, Antonio Preciado, Jaime Rodríguez, Carlos Carrión, y otros”, dice.


Cáscaras de lluvia se titula el poemario que presentó en días pasados en Quito, el cual incluye “versos que se desarrollan entre la sensualidad y fogosidad de la mujer frente a la naturaleza y la tierra”, según indica. Además, el escrito contiene varios textos que exploran la potencia telúrica en imágenes de mujer y madre.


“Me hubiera bastado mirar sus ojos/ ubicando alfileres en mi casa/ en esa noche oscura enlunada/ Me hubiera bastado mirar/ las lluvias inútiles de esos dos escarabajos”, reza un fragmento del poema ‘Los adioses’.


“Me gusta escribir lo que tengo adentro, de acuerdo al momento, al estado emocional, lo que nos inquieta. En el caso de Cáscaras de lluvia muestro una especie de erotismo que está presente entre la relación de la mujer y la naturaleza, pero también se habla de una soledad que no entristece, sino que nos permite crecer, observar o meditar en un momento dado”, explica.


Paulina Jaramillo es psicorehabilitadora y educadora especial, con estudios en Psicoterapia Familiar Sistémica. Estudió en el Conservatorio de Música Salvador Bustamante Celi.


La Universidad Técnica Particular de Loja en 1988 le otorgó el certificado de Aptitud lingüística. Ha ejercido varios cargos desde 1983 siendo sus últimas funciones como Jefe de la Unidad de Cultura del Municipio de Loja.


Actualmente es coordinadora del Centro Cultural Municipal Alfredo Mora Reyes, productora y conductora del programa radial cultural ‘Escenario’, que se trasmite por radio Centinela del Sur y La Hechicera.

También, conduce el programa radial cultural Americana Patria Morena de Radio Municipal. Es miembro fundadora de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil del Ecuador, adscrita a la Academia Latinoamericana, y miembro de la organización Mujeres Poetas Internacionales cuya sede se encuentra en República Dominicana.



EL DUENDE POETA: llibre de poesia infantil
bibliopoemes.blogspot.com/.../el-duende-poeta-llibr



Hui us volem recomanar un llibre de poesia infantil de Paulina Jaramillo Valdivieso, El duende poeta, amb unes precioses il·lustracions de Roger Ycaza, publicat per l'editorial Libresa. Ens agrada trobar i difondre llibres con aquests, plens de poemes amb enginy, per a que els xiquets i xiquetes gaudeixin de la poesia.

L'obra ens presenta un conjunt de poemes sobre personatges -com el donyet que li dona títol al llibre-, animals i objectes del món quotidià. Poesia molt propera al món infantil.


El duende poeta
con una escobilla
limpiaba los versos
de su poesía.

Estaba enamorado,
buscaba una rima
más todas las letras
le caían encima.


Ens agrada molt aquest poema, doncs pensem que la poesia és el gènere literari que millor i més fàcilment expressa els sentiments. Quan estem tristos, contents, sols, enamorats... sembla que és quan més recurrim a la poesia, necessitem d'ella per donar paraula a allò que sentim. Ens passa als grans i als menuts.

I de la lectura a l'escriptura. Però de vegades, com li passa a este donyet, no trobem la inspiració. Aleshores cal recòrrer a la lectura d'altres poetes per a inspirar-se.


Traducción:


EL DUENDE POETA: LIBRO DE POESÍA INFANTIL



Hoy os queremos recomendar un libro de poesía infantil de Paulina Jaramillo Valdivieso, El duende poeta , con unas preciosas ilustraciones de Roger Ycaza , publicado por la editorial Libresa .  Nos gusta encontrar y difundir libros con estos, llenos de poemas con ingenio, para que los niños y niñas disfruten de la poesía

La obra nos presenta un conjunto de poemas sobre personajes-como el duende que le da título al libro-, animales y objetos del mundo cotidiano. Poesía muy cercana al mundo infantil.

El duende poeta
con una escobilla
limpiaba los versos
de su poesía.

Estaba enamorado

buscaba una rima
más todas las letras
le caían encima.
Nos gusta mucho este poema, pues pensamos que la poesía es el género literario que mejor y más fácilmente expresa los sentimientos. Cuando estamos tristes, contentos, solos, enamorados ... parece que es cuando más recurrimos a la poesía, necesitamos de ella para dar palabra a lo que sentimos. Nos pasa a los grandes y los pequeños.


 Y de la lectura a la escritura. Pero a veces, como le ocurre a este duende, no encontramos la inspiración. Entonces hay que recurrir a la lectura de otros poetas para inspirarse.