SOBRE "LA SONORIDAD DEL ALGODÓN"
Con Oscarito Valdés (percusionista cubano) y Stalin Alvear (escritor ecuatoriano)
Ante
un poemario o un libro de relatos breves, el lector, puede elegir fracciones a
su gusto no porque lo demás sea menor cuanto porque la estructura y la
fragmentación de los textos así lo permiten. Sea como fuere uno se queda con
las briznas que más lo estremecieron, pasmo que, no por indescifrable, está
exento de ambigüedad, fatiga, ansiedad, conmoción, retraimiento; cáusticas
secuelas que la literatura engendra. Ahora nos ocupa un suceso nada común,
fresco, contundente, señero: la aparición de La sonoridad del algodón, flujo
poético que parecería salir de un abismo, sudando belleza, sagacidad, dolor,
culpas de una curda, disconformidad existencial, sueños sociales, heridas
abiertas o semicosidas, reproches íntimos y sutilmente exteriorizados,
alusiones caseras, domésticas y, por supuesto, estiletes y exilios que al
descoyuntar ya no dan derecho a ninguna soldadura. Paulina Jaramillo
Valdivieso, su autora, ya no necesita de garrocha para elevarse"
STALIN
ALVEAR.
Abril-2017
EL SILENCIO QUE NO CALLA
Con Humberto Cárdenas Motta
Antropólogo, Director de Teatro, Escritor, Poeta colombiano
El viento empuja la brújula hecha polvo por las manos de los
genocidas. Nadie lo sabe; nadie escucha las palabras que trazan sobre el
tablero de la noche las pupilas. “Con las venas voraces de su poesía”, Paulina
Jaramillo asume la herejía de una tradición. Digo herejía para tranquilizar a
los verdugos. Es la vida, este juego con la muerte que empuja nuestra barca; es
la vida que dispersa los pasos de los pueblos en la raíz de las guitarras. En
la lengua del agua ser semilla, leño en el fuego de la esperanza, piel en la
herida, fugitivo candor de la mirada.
Paulina Jaramillo Valdivieso es testigo de lo inefable. En el poema
Meditación hacen presencia tres elementos que iluminan el camino para el andar
poético: el silencio, la arcilla y la semilla: “el silencio”, “como la arcilla”
es la “semilla que da forma a las manos y al alma en las trenzas del arte…” La
tangibilidad de estos tres elementos, adentrándose en el ser que hierve, moldea
las manos y el alma. El silencio es el alfarero de las palabras. La
subjetividad poética se vive porque en las entrañas crece un árbol, árbol que
solo puede serlo por “el cantar de los pájaros”. De savia y sangre, de vuelo y silencio,
de minerales profundos que se hacen copa y campana, mar y fuego, son las
entrañas, las cósmicas, las telúricas entrañas del poema. La poesía funda
interioridad; en medios sociales deshumanizantes, el alma teje su nido de
silencio para que sobrevivan las palabras. Pero es aquí donde la poesía traza
sobre una geografía tempestuosa una línea con el sonido profundo del mar y el
aroma de las amapolas. La poesía traza sobre el mundo un delicado juego de
coordenadas de vísceras totales. “…mas la sombra de mi voz no viaja triste…”,
escribe Paulina Jaramillo; “…pisa como la lluvia que a la tierra germina, / con
un rostro casi humano, casi pájaro.” Puedo escuchar la sombra de esta voz en la
tierra que germina. La semilla es silencio que fecunda, es silencio que
humaniza, es silencio que lee “en la copa de los árboles” lo escrito por “el
espíritu de los pájaros que picotean al tiempo, /al tiempo que es espina y
brota sangre de mis sangres”. No se puede incurrir en el absurdo histórico que
“exige el mismo rostro”. En este absurdo histórico, la acción es el estrépito
del acto que se produce con la monótona certidumbre del horror y del grito. La
deshumanización conlleva a la estetización de la barbarie: las guerras suceden
en la web, los muertos reposan en las páginas de los periódicos. Entonces, es
necesario callar cuando en el silencio las viejas bisagras rechinan bajo el
peso fosilizado de las palabras. Es en esta encrucijada cuando la poesía de
Paulina Jaramillo Valdivieso enarbola el silencio de sus entrañas:
“Definitivamente se trata de aniquilar la sed, de limpiar el gusto
nauseabundo de la miseria instalada en la cerradura de los cuerpos, de no
flaquear sobre las carnes roídas por la mentira…”
Ante los horrores de la historia, el tiempo de la sangre es el silencio.
El silencio es a la poesía como la arcilla y la semilla es a las
manos y al alma. Cuando las manos callan; cuando el alma, agobiada por la
estruendosa lucidez de la barbarie, calla, es, entonces, cuando “el silencio
tiene la fuerza inevitable de la poesía… y sin palabras habla.” La poesía de
Paulina Jaramillo Valdivieso es la escritura-ave, el vuelo que nunca se acumula
en el horizonte pestilente de las cajas de caudales, el vuelo que no yace
genuflexo sobre el estiércol pedante de las oficinas. Ante “el absurdo [que]
exige el mismo rostro”, su poesía multiplica “el espíritu dionisíaco de los
pájaros”:
“Detrás del paraíso un hombre espera
con un pájaro cantándole en el alma.”
Humberto Cárdenas Motta
Antropólogo, Director de Teatro, Escritor, Poeta colombiano.
28-04-2017
MITO Y POESÍA
Con el trovador Miguel Mora Witt-Director del Grupo Pueblo Nuevo
Siempre me ha cautivado el oficio de poeta, el de ese
perseverante “buscador de palabras” que nos obliga a viajar casi siempre por
terrenos poco conocidos, con el riesgo de estrellarnos de lleno con verdades
que la palabra diaria o cotidiana parece ocultarnos bajo la consigna de “hay
que aprender a leer bajo las líneas”, por lo que fundamentalmente creo que
rescatar el significado simple de la vida y sus intensas emociones parapetadas
bajo los cada vez más rápidos cambios producidos en personas y grupos sociales
por esta vorágine desatada de tiempos veloces, es la misión de estos amados
“palabreros”.
También he sido tentado, no desde la poesía desde luego,
pues me declaro no apto para tan altos designios, pero sí desde la búsqueda de
palabras justas para pasajes que deben ser trasmitidos a través de las letras
hechas canción, por la extraña sensación de escribir simple para que se
entienda simple, quehacer que aparentemente resulta sencillo, pero que se torna
complicado cuando buscamos “a propósito” y con demasiada dedicatoria el hacer
entendible lo que llevamos por dentro y pretendemos transformar en sentimientos
compartidos.
Como simple tramitador de esos linderos, creo que es justo
que me remita a consideraciones generales, siempre desde el lado del lector, de
la poesía propuesta y encerrada en estos “mitos que madrugan al sol y que
contienen canciones de esperanza”. Se ha dicho en apreciaciones del arte y en
particular de la poesía y de la pintura, que el papel jugado por el observador
– lector resulta sumamente, importante, tanto que llega a ser complementario de
lo que los autores sugieren o plasman.
Por ello, más de una vez y lo confieso, he dado la vuelta a
una obra de arte en búsqueda pretendida de su complemento, e inclusive hasta
con cierto rubor y congoja, esperando no ser observado por alguien, he
pretendido mirar el detalle de brochazos o trazos aún en la pared posterior de
lienzos, acuarelas y todo tipo de papeles, asumiendo ese papel protagónico, que casi siempre concluye
en el de un extra adicional de la producción presentada.
En la misma caminata, la parte interpretada desde la palabra
del poeta, es propia a cada uno de nosotros en la justa medida en que nos toca
y describe, en la que nos golpea y torna irreales, en la que nos eleva y sume,
en la que nos profetiza y revuelve, pero esa colaboración no solicitada también
puede “tornarnos pequeños” ante la inmensidad de conceptos y razones que la
poesía encierra en metáforas y alegorías que se van superponiendo y que debemos
releer una y otra vez hasta darles un justo sitial.
Bajo ese ejercicio,
me atrevo a desmontar partes del texto para edificarlos a mi manera y
darles esa lectura de entrelíneas tan cercana a los cánones impuestos desde la
pulcritud de los literatos: …Mañana buscaré el olvido, aunque sea el olvido el
que nos encuentra dejándonos latente e incólume la sensación de su búsqueda,
buscando las huellas que quemaron mi leño, quemazón interna y aguda cuyas
huellas se deben a la desazón de existencias acortadas por los viajes internos
o fugas que no solo se quedan en nuestra imaginación; no permitiré que mi tristeza te acompañe,
pues me basto yo mismo para acompañarte desde lejos y sin prisas irme
transformando en mi propia y permanente compañía de soledades; harto de andar
carreteando soledades, en ese principio de estar harto que nos recuerda Serrat
en su Vagabundear cuando precisa de su rosa de los vientos como compañía
confiable para su abandono; sobreviviendo en espacios azules, o en cualquier
portal que nos sea permitido siempre y cuando sirva para el íntimo esfuerzo de
sobrevivir, nuestra razón para sobrellevar avatares y misterios; entre la luna
y el olvido, o entre el olvido y la razón condenándonos de antemano a ser parte
del recuerdo en ese olvido; sin tregua frente a ti, puesto que los fingimientos
resultan inútiles ante quien nos inspira y acalla la mayor parte de las veces
sin conseguir las respuestas a las ecuaciones del alma; con imágenes en
pretérito, ya que el pasado es parte del presente que queremos vivir y que
torna los buenos y malos momentos en deseados gráficos que reconfortan y
apresuran el seguir amando; espejismos
que nos hacen parte de lo ilusorio y poco posible; recreándome en la
imagen que en buenas cuentas es lo único que conservamos de los hechos que nos
marcan y nos desbordan.
Miguel Mora Witt
Quito, marzo del 2002
ENTRE EL YO Y SU SOMBRA, ENTRE EROS Y SOLEDAD:
LAS DOS VOCES DE PAULINA JARAMILLO VALDIVIESO
Con el poeta Inglés Niall Binns
En junio de este año pasé un día memorable en Loja con
Paulina Jaramillo Valdivieso y Stalin Alvear, uno de esos días que no se
olvidan fácilmente. Volví a Madrid poco después con el regalo de los dos
primeros libros de Paulina –Estatura de tiempo y convergencia y Mitos que
madrugan al sol– y hace una semana me llegó por correo electrónico un nuevo
regalo: el manuscrito de su nuevo poemario, Cáscaras de lluvia. Es, me parece,
el más redondo e intenso y envolvente de los tres libros.
Un
rasgo que llama la atención de inmediato en la poesía de Paulina Jaramillo
Valdivieso es la compenetración que establece entre la mujer y la naturaleza,
vinculándolas con imágenes que surgen de una fuerza genésica común, de unas
leyes de atracción compartidas, de las mismas pulsiones cíclicas, rítmicas y
procreadoras. En algunos de los primeros textos de Cáscaras de lluvia la poeta
vuelve a explorar la potencia telúrica en imágenes carnales de mujer y madre
–“Génesis” y “Cordillera”–, pero lo que me parece más notable y novedoso en
este nuevo libro es la manera en que el acto poético se ha incorporado a esta
combinación dual mujer-naturaleza. La poesía es un espejo en que el yo se refleja
en su verdad más desnuda –“me desvisto frente a ti”–, pero también es el lugar
en que las fuerzas del deseo de la mujer se encarnan y arden con la misma
pasión que en el acto sexual: “se enfibra mi carne en tus metáforas”, se dice
en el poema inaugural del libro, y se pide a la poesía que convulsione al yo
“en el vórtice de tu éxtasis de papel / con tus cinco vocales y tu fuego
consonántico”.
Decía
la novelista francesa Colette que “no se escribe una novela de amor mientras se
está haciendo el amor”. Escribir una novela significa partir de la carencia,
luchando por reinstituir simbólicamente lo vivido y perdido, por fijar en el
papel en blanco lo huidizo de la experiencia pasada. Creo que para muchos
escritores la cita de Colette podría adaptarse perfectamente a la poesía: “no
se escribe un poema de amor mientras se está haciendo el amor”. Numerosos
poetas, a lo largo de los siglos, han aspirado, precisamente, a inmortalizar la
experiencia, tornar permanente lo pasajero, mediante la perfección de la obra
poética. Paulina Jaramillo Valdivieso busca otra cosa. El acto de poetizar, en
muchos de los poemas de Cáscaras de lluvia, se convierte en algo consustancial
al encuentro erótico: la palabra tiene “hondura genital” y los dos amantes
“invocamos versos en temblores de volcán, / en el deseo germinal de la tierra”.
El acto sexual se emparienta con la fuerza indomable de la naturaleza y con su
potencia genésica, pero a la vez la erupción del volcán-orgasmo desencadena o,
más bien, constituye en sí un estallido de la poesía. En “Venas en estampida de
piel y sol”, la imagen sexual-volcánica se reitera (el sol “quema tu lengua en
mi pasión volcánica”) y la alusión a la lengua, como órgano vinculado a la vez
al Eros y al habla, permite elaborar una nueva imagen múltiple de
mujer-naturaleza-poesía:
El
sol avanza, como hilo de salitre, calentando mis poros laguna
Hierve
en mi saliva, quema tu lengua en mi pasión volcánica
Se
arremolina, se cuecen versos de canela y vino
embriagando
la sangre de mis venas en hebras de candela
La
poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso ha sido –y sigue siéndolo, en parte, en
Cáscaras de lluvia– una poesía decididamente fogosa, capaz de convertir hasta
la emoción agridulce de la nostalgia en voluptuosa, y es una poesía de la exaltación,
que celebra el amor carnal en un lenguaje altamente erotizado, con la hipérbole
deseante de sus imperativos, con el ímpetu de sus metáforas, la desordenada y
pasional acumulación barroca de sus metáforas, y con un ritmo que galopa con
ardor sensual. Véanse, por ejemplo, versos como “¡Venenosa ventolera
fragmentada en tus aludes de beso! / ¡Desenvainada cicuta voraz de mis
concavidades!”.
El
tópico del carpe diem tiene poca presencia en esta poesía exaltada. Pedir que
se aproveche el día, que no se desperdicie el momento, obligaría a una
reflexión distanciada radicalmente ajena a la cultivada inmediatez, el presente
erótico-poético cantado y vivido en esta poesía. La contraparte a este presente
arrebatado no deja, sin embargo, de asomarse en Cáscaras de lluvia, y ofrece
una nueva vuelta de tuerca a la poesía de Paulina Jaramillo Valdivieso. La
palabra “Inanición”, en el contexto del libro, parecería hacerse leer como una
falta del alimento básico, fundamental, del otro, del otro deseado y encontrado
en el acto sexual que exige y goza y celebra el yo. Ahora bien, en el poema que
se titula así, el sujeto del libro se desdobla, se fragmenta en un diálogo
entre el yo deseante y deseado y otro ser desgastado por el tiempo: “Yo,
soledad, ahora soy de ti: / enferma, envejecida de silencio”. La imagen es
tremenda: cantar y amar son una sola cosa en la poética fogosa y exaltada que
domina en el libro; en cambio, envejecer, caer en la soledad, conlleva el
silencio:
Tú,
soledad de mí
No
cantaste mis credos, ni mis muertos
No
prendiste el dique de mi fuego
No
suicidaste mi amante cabellera
No
te quise soledad conmigo
Yo
soledad
de mí
¡Voy
a vivir! ¡Te dejo!
“No te
quise soledad conmigo”, afirma la poeta, que abandona a su otro yo al final del
poema: “¡Voy a vivir! ¡Te dejo!”. A pesar de este rechazo voluntarioso, la
soledad se convierte en una presencia ineludible en el libro, y acecha entre
bambalinas la experiencia erótico-poética de su alter ego, aún dueña del gozo y
del decir gozoso. En el poema “Nocturno en soledad”, me ha parecido de especial
interés un verso que puede y quizá debe leerse en clave: “¡Qué soledad sin
apellido!” exclama el yo. No deja de ser curioso que Soledad es el segundo
nombre de la poeta Paulina Jaramillo Valdivieso: un nombre elidido –separado,
desterrado de sus apellidos– en la firma que se encuentra en las portadas de
sus libros, como si el yo Paulina fuese la voz de plenitud autorizada por la
poeta, y el yo Soledad la otra voz, silenciada pero en acecho, que en Cáscaras
de lluvia empieza a interrumpir con su lúgubre advertencia.
Estos
poemas de la soledad, y la fragmentación que inauguran en la voz exaltada de
Paulina Jaramillo Valdivieso, se relacionan con otros textos del libro que
comparten el mismo tono, más sosegado, y enfocado menos en la inmediatez
irreflexiva del deseo que en el diálogo ensimismado del yo con su sombra (“La
piel de mi sombra”), en la observación (como en los poemas “Tarde” y “Del
tiempo y las palomas”), y sobre todo en la memoria (como en “La visita”, con la
llegada del ser fantasmal de un antiguo amante).
Me
gustaría terminar estos breves párrafos hablando de dos notables poemas de la
memoria. El primero, “Carta: A 17 de enero. Más allá de la luna...”, ensaya un
tono epistolar para escribir con voz cómplice al antiguo amante, o al amante
ausente, ante el que la poeta medita en versos conmovedores sobre el mundo que
la rodea y hurga, con sosegada nostalgia, en su “soledad de páramo”.
En el
segundo de estos poemas, “Memorándote”, el yo lucha por encontrar y resucitar
un amor perdido en una serie de versos que son imágenes truncas, discontinuas,
esquirlas del pasado que se rescatan en la escritura como precarios y parciales
restos de lo vivido. La poesía es capaz, a su manera, de recrear una realidad
–una realidad sucedánea, compensatoria– y de encarnar en palabras al antiguo
amante, pero la voz de la poeta vuelve a sentirse presa de la escisión, y a
constatar su propia fragmentación entre el ser carnal, presente, de su poesía
erótica y este otro ser evanescente, que vive y escribe desde la soledad y se
reduce a poco más que un eco o reflejo de las experiencias pasadas:
Todo para encontrarte...
Mi súbita corriente extraña e íntima.
Los silencios amorosos.
El crujir de una caricia.
El ascenso suave en el combate.
Tus venas de tronco acuático.
Nuestro versículo de soledades desenterradas.
Tus gestos íntimos y mi cintura de tierra.
Tu orilla al alba en mi primera mirada.
¡Tú real...!
¡Yo reflejo...!
Una vez
más, el acto erótico y el acto poético se funden, pero se trata ahora de una
fusión hecha a partir del Eros extinguido y recuperado sólo de manera
fragmentaria por la memoria. Estos amantes fantasmales no escriben “versos en
temblores de volcán”, ni cuecen “versos de canela y vino”. Escriben, con su
“versículo de soledades desenterradas”, una poesía con una voz muy diferente a
la que dominaba hasta ahora en la obra de Paulina Jaramillo Valdivieso. Las
fuerzas genésicas de la mujer, la tierra y la poesía se funden y se confunden
en Cáscaras de lluvia, pero es esta doble voz, y la intrusión de este otro ser
más cercano a la pérdida que a la presencia, a la sombra que a la carnalidad, y
a la Soledad que al Eros, lo que da al libro una tensión y una intensidad
admirables.
Niall Binns
Poeta, escritor y ensayista Inglés
Profesor de Literatura hispanoamericana
de la Universidad Complutense de Madrid
Madrid 13-08-2011

Jael Uribe poeta de República Dominicana. Presidenta de MPI
Desde el inicio de la primera palabra hasta la última que
los componen, los poemas de Paulina
Soledad Jaramillo exhalan una pasión poética y un espectacular uso de
figuras ricas en sueños e imágenes aguerridas, que se contraponen para formar
exquisitas creaciones. Desde la primera
vez que tuve el placer de leer sus poesías hasta hoy que he tenido la
oportunidad de degustar de este maravilloso poemario, puedo decir que la
calidad compartida por esta amiga poeta en todas sus entregas ha sido
constante, sin mermar un ápice en cuanto a la creatividad ni a la capacidad
para comunicar mensajes que provocan emociones constantes y eso, es un verdadero don. Paulina es una maga de
las palabras, una encantadora de quimeras que se van mudando a nuestras mentes conformando
un universo paralelo que crece y se puebla con cada lectura.
Cáscaras de lluvia, es un poemario espectacular como su
nombre, que representa en lo que a mí respecta, la esencia. El conglomerado de
un talento innato, que crece ante nuestros ojos y se hace a luz en cada verso.
Nuestra poeta toma todo lo que tiene y demuestra la fuerza de sus letras desde
un despliegue de pasión hasta la inventiva de mundos ficticios que únicamente
habitan en su mente, y que nos transportan en cada línea a lugares irreales en
un trabajo digno de ser reconocido y disfrutado por cada persona que “destejida en las ausencias”, sienta
verdadero placer por la lectura de una buena poesía.
Luego de haber disfrutado a cabalidad de esta muestra
indiscutible de buen gusto, y de la capacidad poética de Paulina, sólo me resta
decir que queda en las manos del lector un trozo de magia, aflorado directamente
desde una mente prodigiosa hasta la varita mágica de esta celestina del
sentimiento y las palabras.
Jael
Uribe
Poeta y Presidenta Mujeres
Poetas Internacional (MPI)
República Dominicana 09-08-2011
CÁSCARAS DE LLUVIA
Con el escritor, poeta y ensayista Edgar Allan García
La poesía es la punta del iceberg
del gran misterio de lo humano, ese fluido oscuro que alguien en algún momento
echa fuera –una plegaria, un aullido, un quejido, un sollozo- en forma de
verso. Ante lo que nos sobrepasa, lo que cabe es el silencio, pero el poeta
persiste en decir lo indecible, en romper su soledad interior para establecer
lazos fugaces o indelebles con lo que le rodea, en lanzarse desnudo desde el
acantilado de su propia vida con la esperanza de encontrarse o perderse a sí
mismo, no en el fondo de ese mar nocturno que rompe incesante y furioso allá
abajo, sino en el vértigo de la caída, en ese instante terrible y sublime en el
que las palabras parecen alas que podrían salvarlo si se aferrara a ellas.
De ahí que la labor del poeta,
cuando verdadera y no una fachada, es una labor valiente que implica una suma
de sacrificios interiores (búsquedas, reflexiones perturbadoras,
desgarramientos) y exteriores (frecuentes periodos de soledad, de recogimiento
en medio de la multitud) que a veces, no siempre, desembocan en un libro. El
poeta es pues una especie en extinción en una sociedad cada vez más inhumana,
mecanizada y superficial, pero mientras siga alimentando desde su corazón su
pequeño gran faro, nos recordará que, como decía el Principito de Saint-Exupéry,
lo esencial es invisible a los ojos.
Paulina es una poeta, qué duda
cabe, de gran sensibilidad y ternura. En sus poemas se unen lo cósmico y lo
cotidiano, la gran imagen barroca y el verso llano, lo mítico y la realidad de
todos los días, la frase filosófica contundente y los oropeles de la lírica. La
poeta busca en los intersticios del lenguaje, bebe en ellos, levanta su palabra
con esas alas de antiguo fuego, las vuelve realidades conocidas y desconocidas
a un tiempo, las reinventa dentro de los contextos poéticos que explora.
Paulina Jaramillo habla de la
soledad y el desamor, tanto como de la plenitud y la conexión con el todo, de
la nostalgia dolorida, de la intensidad del vertiginoso presente y la esperanza
del futuro, de los espejismos de la primavera y la seriedad agónica del otoño,
del erotismo que se despierta cuando la piel húmeda entra en contacto con otra
y del amor infinito que prescinde de la carne, de la danza febril al son de los
tambores y del silencio que precede al milagro de la vida, o de la muerte.
Habla de las paradojas y las sincronías, de la metamorfosis de la vigilia y la
ruta secreta de los sueños, de la sed interior y la máscara externa, de la
profanación de lo sagrado y la sacralidad de lo aparentemente profano, del
exilio que desgarra y el reencuentro balsámico con la vida, de lo que queda y
de lo que trasciende o finalmente se olvida.
Paulina se muestra en este
poemario como un ser humano cuyo inmenso corazón es capaz de abarcar lo
gigantesco y lo pequeño, lo innombrable y lo humilde, la plácida intimidad de
su interior y la furiosa ola de los acontecimientos externos. No es una
sorpresa para quienes hemos tenido el privilegio de conocerla porque a su lado
siempre supimos que detrás de su sonrisa que intentaba ocultar una mirada
triste, había una mujer que escribía silenciosos versos de amor por la vida.
Con este poemario, todos quedaremos empapados de ella, de su esencia, de sus
cáscaras de lluvia.
Edgar Allan García
Poeta, escritor y ensayista ecuatoriano
Quito, 03-09-2011
El poeta y escritor Tomás Delgado Arbelo
Volcánica y sensual, voz de lava
y orquídea. Ardiente y exótica poesía que inflama y embelesa los sentidos.
Pocas veces se da esta comunión entre el poeta y su entorno natural, pero
cuando sucede, el resultado son versos como estos, capaces de aunar sentimiento
y paisaje. Fuego, agua, flores, uvas, miel, semillas, viento, el océano
omnipresente, y el sol del amor carnal y pasional, compartiendo espacio con la
luna y su sentir platónico y romántico. Leí y releí este poemario en “la hora
en que las caracolas de lo sueños se doblegan/ y los causes de las ansias con
sus dragones fantasmas,/con sus gargantas ágiles de uvas/desabrigan las palabras
en poemas.” El Pichincha altivo y poderoso, la selva exuberante, rebozando
vida, y el mar, que “se esconde en su gota de agua”, la que en los charcos es
cáscara de lluvia, me sembraron el alma de emociones e imágenes imborrables,
porque la poesía cuando es auténtica, más que flor es semilla que germina y
florece en la memoria de los lectores. Heredera y ascendiente de un cóndor de
las letras, Paulina Jaramillo brilla con luz propia en la pléyade de estrellas
de la Literatura Hispanoamericana.
Tomás Delgado Arbelo
Poeta Español
Las Palmas de Gran Canaria 28-08-2011

Gustavo Novillo Riofrío, escritor y editorialista lojano
PAULINA
Publicado por Gustavo Novillo R. en Diario Centinela/21-dic-2013
Creo que más bien prefiere que la
llamen Soledad, por aquello de “es tan tierna como la amapola… y tan clara como
el sol que asoma”. Bueno, el nombre Paulina o Soledad es irrelevante cuando se
habla de su dimensión poética y humana. Confieso haber leído poco de su trabajo
literario, pero en su caso un botón basta de muestra. Para mí, Paulina (o
Soledad o ambas) es palabra mayor. Comparto con agrado sus gustos por la poesía
y la música y allí me identifico fácilmente con el ser humano tan sensible que
encuentro en ella. “Tiene a quien salir” dirían las lenguas de barrio. Cómo no!
Por sus venas corre sangre de vate. A su padre, Alfredo, lo conocí en el
Bernardo tratando de yo entienda la Física, pero más pronto me entró su poesía
que la materia. “De tal padre tal hija” dirían esas mismas lenguas, pero cada
cual en su línea poética. Sin atreverme a ser crítico literario, Paulina me
parece profunda y lo hace sin complicarse ella ni complicar al lector. Por eso
es que cualquiera que la lee, sea o no conocedor, siente correr por su piel esa
sensación de que alguien le está diciendo lo que en su interior muchas veces ya
lo había pensado, pero que no sabía cómo expresarlo. Ella nos lo da diciendo.
Por qué estoy hablando de
Paulina? Porque al cerrar el año creo necesario valorar todo su trabajo en bien
de la cultura lojana. Conciertos, encuentros culturales, lanzamientos de obras
literarias y musicales, etc. Ella es quien da vida al Centro de Arte Alfredo
Mora Reyes. Y algo muy importante, recordar a Loja que Paulina en el mes de
marzo recibió en Manta la presea “Matilde Hidalgo de Procel” al Mérito Nacional Cultural, en el VII Encuentro de
Mujeres realizado en dicha ciudad. Hablamos de un prestigioso premio nacional
que pocas mujeres ecuatorianas han podido obtener. Pues ahora tenemos en esa
selecta galería a nuestra Paulina. Se lo dedicó a sus hijos, a su Jaime, a su
padre, a su familia, amigos y a todos los actores culturales de Loja. . Y esto
no puede pasar desapercibido. Qué orgullo para Loja este reconocimiento,
entonces los lojanos debemos ser gratos y
reconocidos con quienes hacen que se conserve nuestro prestigio cultural
ancestral. La vida no ha sido fácil para ella. Creo que su palabra ha sido su
bastión, su desfogue, su equilibrio, pero su fortaleza de mujer ha sido el
pilar fundamental que la mantiene incólume ante la adversidad, sin perder su
sensibilidad humana. Porque “es natural como el agua que llega, corriendo
alegre desde el manantial”. A través de esta columna pretendo plasmar un
sencillo homenaje a Paulina Soledad Jaramillo Valdivieso, poetisa y gestora
cultural que mantiene viva la llama de las artes en Loja, tanto a través de su
expresión poética como con sus permanentes acciones en favor de la cultura.
Aunque no puedo disfrutar de todos los actos que se organizan, al menos estoy
enterado de lo que se hace y de los buenos comentarios que siempre generan.
Cuando estos acontecimientos
ocurren, lo menos que podemos hacer es resaltarlos y difundirlos, de manera que
todos los lojanos sepamos la calidad de gente que tenemos. Congratulaciones,
Pauli por tu trabajo y por ese merecido premio que sé lo recibiste con la
humildad que te caracteriza, pero también sé que te dio satisfacción y
felicidad interior y que tienes todo el derecho de sentir. Que Loja no olvide a
sus hijos que la engrandecen. Nunca es tarde para reconocerlo
Paulina Jaramillo presenta su nuevo poemario "Cáscaras de lluvia"
(LA HORA 3 de julio del 2013)
Sección CULTURA- Nacional
“La naturaleza es tan sensual como
la mujer, tiene su vientre, sus pechos, da y tiene vida y fecunda”, expresó la
escritora lojana Paulina Jaramillo Valdivieso, quien presenta su nuevo poemario
‘Cáscaras de lluvia’. Versos que se desarrollan entre la sensualidad y
fogosidad de la mujer frente a la naturaleza.
Además, este acto de presentación
estará acompañado por el recital poético musical ‘A tres voces’, donde
participarán el cubano Ovidio González, el trío Santa Entre Buenos, integrado
por Alberto Caleris, Carlos Santamaría y Claudio Durán; y la poeta. El evento
se realizará mañana, en la sala Demetrio Aguilera Malta de la Casa de la
Cultura Ecuatoriana (CCE), a las 19:00.
El poemario
“Cuando uno escribe lo primero
que tiene es ese impulso de poder transmitir lo que siente, las emociones, lo
que se ha ido impregnando en cada uno de nosotros. La escritura de la poesía
viene a ser también una compañía, un ejercicio que a uno inclusive le permite
crecer, porque mientras va escribiendo al verso también vamos tomando
conciencia de lo que se escribe, somos más sensibles a lo que observamos, a lo
que sentimos, a lo que sucede alrededor nuestro”, expresó Jaramillo.
Y de esta sensibilidad a la que
se refiere la escritora está envuelta su poesía. Palabras refrescantes como ‘la
lluvia’, esenciales y llenas de amparo como ‘las cáscaras’ y el inicio de la
vida. De ahí el resplandor de su nombre: “Las cáscaras de lluvia vienen a ser
como un desmembramiento que a su vez nos llena, no solamente de la cáscara, del
fruto, sino de una protección de la esencia de lo que está dentro. ‘Cáscaras de
lluvia’ viene a ser como una universalidad de esa génesis de la naturaleza,
como la génesis del ser humano”, puntualizó.
“Una vez más, el acto erótico y
el acto poético se funden, pero se trata ahora de una fusión hecha a partir del
Eros extinguido y recuperado sólo de manera fragmentaria por la memoria. Estos
amantes fantasmales no escriben “versos en temblores de volcán”, ni cuecen
“versos de canela y vino”. Escriben, con su “versículo de soledades
desenterradas”, una poesía con una voz muy diferente a la que dominaba hasta
ahora en la obra de Paulina Jaramillo Valdivieso”, opinó el poeta, escritor y
ensayista Niall Binns.
La autora
Paulina Jaramillo es
psicorehabilitadora y educadora especial, con estudios en Psicoterapia Familiar
Sistémica. Estudió en el Conservatorio de Música Salvador Bustamante Celi. La
Universidad Técnica Particular de Loja en 1988 le confiere el certificado de
Aptitud lingüística. Ha ejercido varios cargos desde el año 1983 siendo sus
últimas funciones como Jefe de la Unidad de Cultura del Municipio de Loja.
Actualmente es coordinadora del
Centro Cultural Municipal Alfredo Mora Reyes, productora y conductora del
Programa radial cultural ‘Escenario’ que se trasmite por radio Centinela del
Sur y La Hechicera.
También, conduce el programa
radial cultural Americana Patria Morena de Radio Municipal. Es miembro
fundadora de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil del Ecuador, adscrita
a la Academia Latinoamericana, y miembro de la organización Mujeres Poetas
Internacionales cuya sede se encuentra en República Dominicana.
Cáscaras de lluvia es el nuevo
poemario de Paulina Jaramillo
(El telégrafo 8 de julio del
2013)
La mujer y la naturaleza fueron
las inspiraciones de la escritora lojana para crear la obra
Redacción / Quito
El estimulo que recibió la
escritora lojana Paulina Jaramillo Valdivieso, de su padre Alfredo Jaramillo
Andrade, uno de los poetas más reconocidos de su ciudad natal, le sirvió para
descubrir su amor a la poesía y las letras.
Ella recuerda la sensibilidad que
mostró desde niña por todo lo que percibía a su alrededor. Todas estas
sensaciones son las que aflora al momento de escribir un poema. “Las artes y
las letras es algo que heredé de mi padre, uno de los poetas que más admiro, y
me vinculé con este mundo también gracias a sus amigos, escritores como Stalin
Alvear, Antonio Preciado, Jaime Rodríguez, Carlos Carrión, y otros”, dice.
Cáscaras de lluvia se titula el
poemario que presentó en días pasados en Quito, el cual incluye “versos que se
desarrollan entre la sensualidad y fogosidad de la mujer frente a la naturaleza
y la tierra”, según indica. Además, el escrito contiene varios textos que
exploran la potencia telúrica en imágenes de mujer y madre.
“Me hubiera bastado mirar sus
ojos/ ubicando alfileres en mi casa/ en esa noche oscura enlunada/ Me hubiera
bastado mirar/ las lluvias inútiles de esos dos escarabajos”, reza un fragmento
del poema ‘Los adioses’.
“Me gusta escribir lo que tengo
adentro, de acuerdo al momento, al estado emocional, lo que nos inquieta. En el
caso de Cáscaras de lluvia muestro una especie de erotismo que está presente
entre la relación de la mujer y la naturaleza, pero también se habla de una
soledad que no entristece, sino que nos permite crecer, observar o meditar en
un momento dado”, explica.
Paulina Jaramillo es
psicorehabilitadora y educadora especial, con estudios en Psicoterapia Familiar
Sistémica. Estudió en el Conservatorio de Música Salvador Bustamante Celi.
La Universidad Técnica Particular
de Loja en 1988 le otorgó el certificado de Aptitud lingüística. Ha ejercido
varios cargos desde 1983 siendo sus últimas funciones como Jefe de la Unidad de
Cultura del Municipio de Loja.
Actualmente es coordinadora del
Centro Cultural Municipal Alfredo Mora Reyes, productora y conductora del
programa radial cultural ‘Escenario’, que se trasmite por radio Centinela del
Sur y La Hechicera.
También, conduce el programa
radial cultural Americana Patria Morena de Radio Municipal. Es miembro
fundadora de la Academia de Literatura Infantil y Juvenil del Ecuador, adscrita
a la Academia Latinoamericana, y miembro de la organización Mujeres Poetas
Internacionales cuya sede se encuentra en República Dominicana.
EL DUENDE POETA: llibre de poesia infantil
bibliopoemes.blogspot.com/.../el-duende-poeta-llibr
Hui us volem recomanar un llibre de poesia infantil de Paulina Jaramillo Valdivieso, El duende poeta, amb unes precioses il·lustracions de Roger Ycaza, publicat per l'editorial Libresa. Ens agrada trobar i difondre llibres con aquests, plens de poemes amb enginy, per a que els xiquets i xiquetes gaudeixin de la poesia.
L'obra ens presenta un conjunt de poemes sobre personatges -com el donyet que li dona títol al llibre-, animals i objectes del món quotidià. Poesia molt propera al món infantil.
El duende poeta
con una escobilla
limpiaba los versos
de su poesía.
Estaba enamorado,
buscaba una rima
más todas las letras
le caían encima.
Ens agrada molt aquest poema, doncs pensem que la poesia és el gènere literari que millor i més fàcilment expressa els sentiments. Quan estem tristos, contents, sols, enamorats... sembla que és quan més recurrim a la poesia, necessitem d'ella per donar paraula a allò que sentim. Ens passa als grans i als menuts.
I de la lectura a l'escriptura. Però de vegades, com li passa a este donyet, no trobem la inspiració. Aleshores cal recòrrer a la lectura d'altres poetes per a inspirar-se.
Traducción:
EL DUENDE POETA: LIBRO DE POESÍA INFANTIL
Hoy
os queremos recomendar un libro de poesía infantil de Paulina Jaramillo
Valdivieso, El duende poeta , con unas preciosas ilustraciones de Roger Ycaza ,
publicado por la editorial Libresa . Nos
gusta encontrar y difundir libros con estos, llenos de poemas con ingenio, para
que los niños y niñas disfruten de la poesía
La
obra nos presenta un conjunto de poemas sobre personajes-como el duende que le
da título al libro-, animales y objetos del mundo cotidiano. Poesía muy cercana
al mundo infantil.
El duende poeta
con una escobilla
limpiaba los versos
de su poesía.
Estaba enamorado
buscaba una rima
más todas las letras
le caían encima.
Nos gusta mucho este poema, pues
pensamos que la poesía es el género literario que mejor y más fácilmente
expresa los sentimientos. Cuando estamos tristes, contentos, solos, enamorados
... parece que es cuando más recurrimos a la poesía, necesitamos de ella para
dar palabra a lo que sentimos. Nos pasa a los grandes y los pequeños.
Y de la lectura a la escritura. Pero a veces,
como le ocurre a este duende, no encontramos la inspiración. Entonces hay que
recurrir a la lectura de otros poetas para inspirarse.