PERFIL MATERNAL
Las manos con su arquitectura
de gacela tibia prenden el caudal de barro
para los débiles huesos del hijo.
La ternura con su espuma
sobrevive al ombligo de su olor lácteo
y dos potros arañan el eco del amor
que se hace eterno a la velocidad de los girasoles
que crujen sus vocales de sol
¿A dónde van los cuerpos que desgarran
la vulva en su curvatura?
¿En dónde se hacen fuego y crepúsculo?
En dónde, si no en la desnudez de la carne,
en las manos que con su envoltura tibia
deshielan las duras piedras
para temblar las estrellas
Bebiendo el néctar desde su médula
llenando de miel los nudillos
de la gigantesca mano
desgajando el almíbar de las estalactitas
el hijo mama el rumor de la sangre
en la cumbre estrellada de los pechos siameses
que hinchados de leche lo van haciendo árbol
y lo van creciendo pájaro
en sus lenguas de palmera y vuelo.
Los dedos deshojan la ternura
a tiempo de capullos
el amor con su eco eterno
es guante de luz para las manos de hierba
y el pintor desde su paleta alada de arcoiris
desenhebra su crisálida en mariposas de vida.
de gacela tibia prenden el caudal de barro
para los débiles huesos del hijo.
La ternura con su espuma
sobrevive al ombligo de su olor lácteo
y dos potros arañan el eco del amor
que se hace eterno a la velocidad de los girasoles
que crujen sus vocales de sol
¿A dónde van los cuerpos que desgarran
la vulva en su curvatura?
¿En dónde se hacen fuego y crepúsculo?
En dónde, si no en la desnudez de la carne,
en las manos que con su envoltura tibia
deshielan las duras piedras
para temblar las estrellas
Bebiendo el néctar desde su médula
llenando de miel los nudillos
de la gigantesca mano
desgajando el almíbar de las estalactitas
el hijo mama el rumor de la sangre
en la cumbre estrellada de los pechos siameses
que hinchados de leche lo van haciendo árbol
y lo van creciendo pájaro
en sus lenguas de palmera y vuelo.
Los dedos deshojan la ternura
a tiempo de capullos
el amor con su eco eterno
es guante de luz para las manos de hierba
y el pintor desde su paleta alada de arcoiris
desenhebra su crisálida en mariposas de vida.
¡….Y ruge!
OFRECIMIENTO
Te ofrezco
el telar de la esperanza
con el beso vegetal de su manto de sol
con el rostro labrador de tierra
con las venas de hombre
con su brazo erguido de piel y siembra
Te ofrezco la lengua esculpiendo yaravíes
la saliva de los ríos que la van mojando
y el alba con su gesto brioso
que yergue su cuerpo de relámpago
en la silueta de una flor
Te ofrezco el caminar de la esperanza
en el vértice frutal de hombre y semilla
el colibrí en el filamento de su vuelo
espoleando su caudal de néctar
emergiendo la vida con su esfera de sol
Te ofrezco la brújula del hombre
extendida hacia los cuatro puntos cardinales
con su caravana de cerros en campanas
con sus saetas de pinos y cebada
¡Ofrenda singular la de los Andes
su fábula de pétalos,
el pestañeo del viento galopando
sobre la bulla de pájaros que anidan
su beso en el ombligo de una rosa!
con el beso vegetal de su manto de sol
con el rostro labrador de tierra
con las venas de hombre
con su brazo erguido de piel y siembra
Te ofrezco la lengua esculpiendo yaravíes
la saliva de los ríos que la van mojando
y el alba con su gesto brioso
que yergue su cuerpo de relámpago
en la silueta de una flor
Te ofrezco el caminar de la esperanza
en el vértice frutal de hombre y semilla
el colibrí en el filamento de su vuelo
espoleando su caudal de néctar
emergiendo la vida con su esfera de sol
Te ofrezco la brújula del hombre
extendida hacia los cuatro puntos cardinales
con su caravana de cerros en campanas
con sus saetas de pinos y cebada
¡Ofrenda singular la de los Andes
su fábula de pétalos,
el pestañeo del viento galopando
sobre la bulla de pájaros que anidan
su beso en el ombligo de una rosa!
LA HORA OSCURA
El hombre
fue todos los hombres
en el leño universal que increparon
las marcas azuladas de su espalda.
Siete leguas de dolor vieron su soledad
¡Hijo de dios, padre del hijo y espíritu santo!
¡Judío, dijéronle!
Mientras ataban sus manos de ocaso al sol
clavándolas en un madero izquierdo
y fueron sus manos libres a pesar de los cordones.
¡Negro, dijéronle!
Mientras el látigo cruzaba sus espuelas en la espalda
¡Cholo, dijéronle!
Y mil calaveras aguardaban su cintura de maíz y poncho
¡Clavos lloró el indio desde sus pestañas!
¡Gritos lloró el indio desde su silencio!
¿Dónde están los rostros con sus manos de arado?
¿Dónde los mitimaes con sus hombros de sol?
¿Qué será de la carne de las guaguas
en esta hora oscura y larga?
¡Pacha mama -la noche me llama-
yo obedezco pacha mama!
¡Voy naciendo pacha mama!
¡Derribando su rabia voy naciendo!
Se desnuda en mi cuerpo un telar de sangre
y fecundo tu maíz, pacha mama, con mis rostros tristes
¡De pie pacha mama, de pie muriendo!
¡De pie pacha mama, de pie naciendo!
¡En tu útero, pacha mama, en tu útero voy viviendo;
indomable como el germen de los cóndores,
fértil como el estambre de las cordilleras!
¡Con mis dos manos izquierdas bebiendo de tus pechos!
en el leño universal que increparon
las marcas azuladas de su espalda.
Siete leguas de dolor vieron su soledad
¡Hijo de dios, padre del hijo y espíritu santo!
¡Judío, dijéronle!
Mientras ataban sus manos de ocaso al sol
clavándolas en un madero izquierdo
y fueron sus manos libres a pesar de los cordones.
¡Negro, dijéronle!
Mientras el látigo cruzaba sus espuelas en la espalda
¡Cholo, dijéronle!
Y mil calaveras aguardaban su cintura de maíz y poncho
¡Clavos lloró el indio desde sus pestañas!
¡Gritos lloró el indio desde su silencio!
¿Dónde están los rostros con sus manos de arado?
¿Dónde los mitimaes con sus hombros de sol?
¿Qué será de la carne de las guaguas
en esta hora oscura y larga?
¡Pacha mama -la noche me llama-
yo obedezco pacha mama!
¡Voy naciendo pacha mama!
¡Derribando su rabia voy naciendo!
Se desnuda en mi cuerpo un telar de sangre
y fecundo tu maíz, pacha mama, con mis rostros tristes
¡De pie pacha mama, de pie muriendo!
¡De pie pacha mama, de pie naciendo!
¡En tu útero, pacha mama, en tu útero voy viviendo;
indomable como el germen de los cóndores,
fértil como el estambre de las cordilleras!
¡Con mis dos manos izquierdas bebiendo de tus pechos!
LA SED
¿Qué he de hacer
con esta sed tan vieja,
tan de fuego
y arcilla, tan viuda de danzantes?
¿Qué he de
hacer para reconocerme
en el
florecimiento de las whipalas
encarceladas
en las selvas de piedra
descalzando
su ruido flaco
en la
coagulación de las lágrimas
agolpadas en
las alforjas?
¡De barro nací
y en barro me convertiré!
Así grita la
uña descalza de los dioses
¡Ah, nuestra
memoria!
Su maíz
amarillo, su luna blanca;
con sus
tropeles de dioses extraviados
ha roto su cántaro de ocarinas,
deshidratada está bajo el sol ¡ Y la sed que avanza
chorreando sus cenizas en mi poncho!
Me filtro en la tierra como una gota
de agua
me siembro y renazco insaciable
en el silbido nostálgico de una
vasija de barro
con la robusta soledad de mi árbol,
una hoja húmeda con su pluma de aire
llama al invierno con su destrozo de
lluvia
¡Heme entonces clavando la esperanza
en el delicado sombrero del alba!
LOS GUANDOS
La sierra candente de cóndores y sombreros
tuvo su grito en la testarudez del hombre
bultos-sepulturas que sobre los hombros
apagaron el vuelo del colibrí en los ponchos
¿Dónde escondieron la canela?
-Sino en mortajas de oro despeñadas-
¡En su mama llacta ajena y ancha!
¡Este hombre de maíz en las callejas de los Andes
sembró surcos y espigas con sus sandalias
para volver y sujetarse al alba!
¿De qué color nos arrancaron las raíces?
De sombra y luz, de pesados pasos
De un látigo haciendo cicatrices
con fronteras de mapas solitarios…cabalgando
ponchos de muerte en el lomo de las bestias,
en la espalda de los cholos los alientos rotos
¡Y en la uña de mi origen un dios crucificado!
EL CARBONERO
Hacia tus ojos brota un viento helado
un cometa que en tus manos deshila
el negro tizne del carbón que llaga
mientras un embarazo de luz descansa en tus costales
como quien de picotazos el graznido del tiempo
hinca en brochazos de pie, de piel, de camino.
Y va tu horizonte saltando en la textura de una mirada
con tus miembros bullendo detrás de la esperanza
que por andar pesada trunca sus alas en sudores
sumergiendo los músculos en humedades minerales.
Sudor, sal, gotas de sangre transparentes,
zumban las abejas su aletear de barro
en los huesos de árbol exhumados
¡Qué equipaje tan pesado llevas!
Un sombrero con tizne de sol y pensamiento
un manto en el hombro del cansancio
y las partículas del amor arrumadas.
Escrito está que llevas la vida guardándose
para prenderse en espíritus fantasmas
que rasgan la piel por volar ligero
y se aprietan en el bullir de la sangre.
Eduardo Kingman Riofrío.
Pinturas: Obras de Eduardo Kingman Riofrío.
HERMOSA Y MADURA POESÍA, DIGNA DE TAN PRECLARO MAESTRO
ResponderEliminarExcelentes versos, gran homenaje!
ResponderEliminarHermosos poemas a la altura de pinturas tan bien logradas, que llegan fácilmente con su mensaje
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